Capítulo 45

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Ajusté la bufanda alrededor de mi cuello, mientras intercalaba el peso de mi cuerpo de un pie al otro en un vano intento de mantener el calor de mi cuerpo. Durante el día, el clima había estado agradable, pero ahora que había caído la noche, la temperatura había bajado bruscamente. Me encontraba en la puerta del hotel esperando a Varik, quién me había enviado un mensaje minutos antes avisándome que estaba llegando. Habíamos quedado en ir a cenar juntos.

En cuanto vi su auto doblar la esquina, mi corazón comenzó a bombear rápido dentro de mi pecho debido a la anticipación de saber que iba a pasar las próximas horas con él. Mientras más tiempo pasábamos juntos, más crecía la tensión entre ambos, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a dar el primer paso. 

Sabía que él se estaba esforzando por cumplir la promesa que me había hecho en Buenos Aires de mantenerse al margen, pero yo ya no estaba tan segura de querer que siguiera manteniendo dicha promesa. Al entrar al Mercedes, el olor de su perfume invadió mis fosas nasales, provocando que lo latidos de mi maltrecho corazón se aceleraran aún más.

—Hola.

—Hola. ¿Pudiste descansar? —preguntó mientras retomaba la marcha.

—Un poco, sí. ¿A dónde vamos?

—Te voy a llevar a comer la mejor comida bávara.

Llegamos a nuestro destino diez minutos después. Varik se bajó del auto mientras me colocaba nuevamente mis guantes y bufanda. Abrió la puerta de mi lado y su mano se asomó en un gesto galante que me hizo sonreír. La tomé y me dejé ayudar para apiarme del auto. 

El local se encontraba ubicado en la planta baja de un clásico edificio de la zona. No se veía para nada lujoso, sino más bien, parecía un restaurante familiar. Como se encontraba bastante lleno, tuvimos que esperar unos 15 minutos hasta que se liberó una mesa. 

Una vez ubicados, Varik pidió la cena por ambos, actitud que había tomado como costumbre estos días. Escucharlo hablar en alemán era alucinante. Su acento, su voz ronca y varonil, sus labios tan apetitosos, todo el conjunto era una obra magnifica digna de ser admirada. Respiré profundo y centré mi atención en mi celular, este hombre solo provocaba pensamientos impuros en mí.

—Entonces... ¿Solías venir acá también con tu familia? —pregunté ni bien se marchó el camarero.

—Sí, aún suelo venir con mis hermanos cada tanto.

—¿Te llevas bien con ellos?

—Somos bastante unidos. Supongo que el hecho de habernos criado, en gran parte, solos, influyó mucho en ello.

A pesar del triste escenario que planteaba, no parecía afectado al respecto. Sabia sobre lo sucedido con su madre, él mismo me había contado que la había perdido cuando apenas tenía once años, por culpa del cáncer. Pero poco sabía sobre su relación con su padre.

—¿Padre ausente? —Me aventuré a preguntar.

—En parte sí, pero no es que tuviera mucha opción. En el momento que mi madre nos dejó, mi padre acababa de adquirir el segundo hotel, en el que había invertido mucho dinero. Si hubiese decidido abandonar todo por cuidarnos a nosotros, hubiese perdido todo por lo que tanto esfuerzo le habían dedicado ambos. Este proyecto era de los dos, pero era mi madre la que soñaba con tener una cadena de hoteles y supongo que eso también fue un motivo para no bajar los brazos. Cumplir su sueño se convirtió en su meta.

—¿Y ustedes con quien se quedaban?

—En esa época todavía vivíamos en el hotel. Nunca estuvimos solos y mi padre pasaba cada momento que podía con nosotros. Fue un gran padre, jamás podría tener una palabra negativa respecto a él. Pero no fue igual para los tres, Ancel era muy pequeño y creo cierto resentimiento hacia mi padre y los hoteles.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora