Capítulo 21

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Damián me observó entre sorprendido y confundido, pero su sonrisa no tardó en aparecer en cuanto comprendió el significado de mis palabras.

—¿Estás segura?

¿Lo estaba? No podía decir que sí, pero tampoco podía negar que estaba tentada de intentarlo.

—Tengo que admitir que me da curiosidad ver hasta dónde nos puede llevar todo esto. Eso, sumado al morbo de que sería algo prohibido, solo aumenta mis ganas de aventurarme. —Me encogí de hombros, haciéndome la desinteresada.

—Otra vez me estoy empezando a sentir usado. —Rio y yo también.

—Siempre podes decir que no.

—Creo que voy a tomar el riesgo.

Se acercó nuevamente, pero lo detuve colocando mi mano sobre su pecho antes de que lograra unir nuestros labios nuevamente.

—Antes aclaremos algunas cosas.

—¿Qué cosas?

—Primero ¿Seguís soltero?

—Solterísimo. No supe más nada de Sil desde la última vez que se apareció en mi departamento.

—Bien. Segundo, nadie puede enterarse de esto. Por más que no seas un empleado fijo del hotel, no dejas de ser considerado un cliente por parte de la agencia. No puedo correr el riesgo de perder mi trabajo.

—Lo entiendo.

—Tercero y último, no busco nada formal.

—Acabo de salir de una relación larga y jodida, créeme que yo tampoco busco nada formal por el momento. —Se apresuró a decir.

Algo me decía que solo me estaba diciendo lo que quería escuchar, aun así, lo deje pasar. Lleve mi mano de su pecho a su nuca para tirar de él y así unir nuestros labios. Nuevamente, el beso comenzó lento, pero no tardamos mucho en dar rienda suelta a nuestros deseos. Nuestras manos comenzaron a moverse con avidez, explorando y tironeando aquí y allá.

Pronto nos encontramos recostados sobre el sillón, él encima de mí, pero sin apoyar su peso por completo sobre mi cuerpo. El calor comenzó a aumentar en ese reducido espacio, sin dudas, Damián sabía besar. Me estaba volviendo loca.

Me costó bastante frenarlo, pero no podía permitir que la situación se saliera de control esa noche y, menos aún, en aquel lugar. Ganitas no me faltaban y al parecer tampoco a él, ya que era capaz de sentir su erección sobre mi vientre. Nos separamos a regañadientes, nuestras respiraciones aceleradas evidenciaban nuestra excitación. Lo empuje suavemente con mi mano y ambos volvimos a retomar nuestras posturas de antes. Damián pasó ambas manos por su pelo, el cual le había despeinado al tironear de él. Se veía tremendamente sexy.

—Ok, eso fue intenso.

—Sí que lo fue. Lástima que no es ni el lugar ni el momento.

—Lo sé, perdón por dejarme llevar.

—Fuimos ambos los que nos dejamos llevar. —Sonreí—. Es mejor que vaya volviendo al salón, mi amigo y mi compañera de seguro me están buscando, no quiero levantar sospechas.

—Lo entiendo. Anda vos primera, por las dudas.

—Dale.

Me levante, acomode mi vestido y rehíce mi cola de caballo. Agradecía no llevar un peinado más elaborado, de otra forma, hubiera sido complicado reacomodar mi pelo. Damián permaneció sentado mientras intentaba recuperar la compostura, o quizás estaba esperando que su erección cediera. ¡Qué ganas tenía de quedarme ahí! Con ese pensamiento, me acerqué a él y agarre su rostro con ambas manos, haciendo que me mirara.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora