Capítulo 40

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—Esta agencia es lo que es gracias a todos ustedes. Sin su esfuerzo, dedicación y garra, Kubic no sería considerada una de las mejores agencias de publicidad del país —dijo nuestro gerente general. Levantó la copa que sostenía en su mano derecha y todos lo imitamos—. Hoy brindo con todos ustedes, por un nuevo año lleno de buenas campañas y muchos éxitos. Salud.

Todos respondimos salud al unísono y le dimos un sorbo a nuestras copas. Las burbujas hicieron cosquillas en mi boca y el sabor seco del champagne provocó que mi garganta se contrajera levemente al pasar. No era de mis bebidas preferidas.

Hoy era viernes, todavía faltaban cuatro días para fin de año, pero la agencia había decidido darnos asueto el sábado y el lunes, por lo que teníamos por delante un fin de semana largo para poder descansar y disfrutar de las fiestas en familia.

—¿Vas a ir a pasar fin de año con tu familia ? —le pregunté a Camila.

—Sí, salimos hoy a la noche. Al final me pedí jueves y viernes que viene de vacaciones, así podemos disfrutar unos días más allá. Te juro que no te dejé ningún pendiente, pero cualquier cosa que surja, me avisas.

—No te preocupes por eso, vos disfruta de tu merecido descanso. —Le sonreí quitándole importancia al asunto.

Mi amiga era oriunda de Paraná, Entre Ríos. Llegó acá con tan solo dieciocho años, luego de que lograse convencer a sus padres de que quería venir a estudiar a Buenos Aires. No fue una tarea fácil, eran una familia muy unida y, que la más pequeña de sus hijos quisiera volar lejos del nido a tan corta edad, fue algo que les costó asimilar. Más que nada por el miedo que les causaba saber a su hija tan lejos y sola en una ciudad tan grande como lo era la nuestra.

Un año después de su llegada, ya habiendo comenzado la carrera de Publicidad, entró a trabajar en Kubic como asistente de Sandra. Fue ella quien la entrenó y quién le ayudó a crecer dentro de la agencia.

—¡Qué bueno! ¿Vas a ir con Martín?

—Sí... estoy nerviosa porque es la primera vez que les voy a presentar un novio a mis padres.

Camila tenía mi misma edad y Martín era su primer novio formal, lo había conocido en la cafetería de su universidad hacía ya casi un año.

—Lo van a amar, ya vas a ver. Martín es una excelente persona y se le nota a kilómetros lo enamorado que está de vos.

Las mejillas de Camila se tornaron rojizas de inmediato, su mirada y su amplia sonrisa delataban que el sentimiento era reciproco.

Tras terminar el brindis, que incluyó, además de champagne, una mesa dulce con turrones, pan dulce, maní y almendras bañadas en chocolate y garrapiñadas, nos despedimos con besos, abrazos y deseos de buen año.

A la noche había quedado con Damián para salir a cenar. No nos habíamos visto desde nuestra "tensa" charla, dos semanas atrás. Nuevamente había tenido que viajar, esta vez a México, a pedido de su jefe. Diez días había permanecido allá, en los cuales habíamos hablado contadas veces. Podía sentir la distancia que estaba poniendo entre nosotros, que poco tenían que ver con los kilómetros que nos había separado durante esos días.

Había llegado ayer, pero me dijo que se encontraba muy cansado debido al jetlag, así que quedamos en vernos hoy. Estaba ansiosa y nerviosa por partes iguales. Quería verlo, pero también me daba un poco de miedo no saber con lo que me iba a encontrar. Sospechaba, por su actitud de los últimos días, de que algo no andaba bien. Quizás solo eran suposiciones, pero no podía quitarme esa sensación de encima.

Pasé primero por mi casa, quería darme una ducha y ponerme un vestido fresco, la noche estaba algo pesada. Hoy la temperatura había alcanzado los 37 grados, daba gracias a que había aire acondicionado en la oficina, el calor en el centro se sufría demasiado.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora