Su beso era exigente y apasionado, provocando que todo mi cuerpo reaccionara de forma instintiva. Llevé mis manos a su pelo y tiré levemente de él, en respuesta, profundizó el beso. En cuanto nuestras lenguas comenzaron a danzar una con la otra, perdí la razón por completo.
No fui consciente del momento en el que entramos a su departamento, menos aún de como terminamos desnudos sobre su cama. Sus manos y su boca estaban por todos lados, me encontraba sumida en una nube de placer que jamás había experimentado en mi vida.
Varik me volvió loca con cada beso, cada caricia y cada embestida. Me dio tanto placer, que creí desfallecer en más de una ocasión. Su cuerpo era un verdadero deleite y me di el gusto de recorrerlo con mis manos y mis labios.
En la primera ronda nos dejamos llevar por la lujuria. Actuamos casi por instinto, centrados más en obtener nuestro propio placer que en darle placer al otro. Pero, a pesar de que el encuentro fue intenso y explosivo, no nos bastó, por lo que no tardamos mucho en recuperarnos y volver a comenzar. Era evidente que estábamos desquitándonos por las ganas contenidas durante todos estos meses
La segunda vez, actuamos más a conciencia, atentos a lo que el otro quería o le provocaba placer. Comenzó besando cada rincón de mi cuerpo, dejando a mis pezones erguidos, rogando por más atención, y a mi centro hinchado y palpitando. Estaba tan mojada que se resbaló fácilmente en mi interior, emitiendo un varonil gruñido de placer que me excito aún más de lo que ya estaba.
Tras alcanzar un nuevo orgasmo, decidí girarnos y montarlo yo misma. Ver su rostro contraído por el placer provoco que acelerara mis movimientos hasta que pronto nos lleve a ambos nuevamente al orgasmo. Caí rendida sobre su pecho y cerré los ojos buscando regularizar mi respiración.
Pasaron varios minutos en los que permanecimos en silencio, sin siquiera movernos. De pronto, me hice consciente de la ausencia de caricias en mi espalda baja, o de la falta de besos depositados en la cima de mi cabeza. Tampoco estaba ahí esa placentera sensación de comodidad, de complicidad, ni esos comentarios fuera de lugar.
Una extraña sensación de incomodidad me embargó y de un momento al otro, sentí la urgente necesidad de tomar distancia de él. Me dejé caer de costado, intentando disimular las inexplicables ganas que tenía por salir corriendo. Al parecer, no era muy buena disimulando.
—¿Está todo bien?
—Sí, claro.
Note cuando giró su rostro hacia mí, pero mi mirada permanecía clavada en el blanco techo.
—¿Te estás arrepintiendo?
¿Me arrepentía? Sería hipócrita de mi parte decir que lo hacía, porque había actuado a conciencia. Lo que me pasaba era mucho peor. Me estaba haciendo consciente de las consecuencias. Estaba comenzando a sentir culpa.
—No soy de las que se arrepienten de sus decisiones.
—¿Entonces?
Una leve opresión en mi pecho me obligó a tomar profundas bocanadas de aire.
—Es solo que... acabo de darme cuenta de que no medí bien la consecuencia de mis actos.
Varik se incorporó de costado, apoyando su cabeza en su mano izquierda. Dejó salir un leve resoplido, lo cual me llevo a observarlo.
—Si te preocupa tu puesto de trabajo, puedes quedarte tranquila de que no voy a exponerte de ningún modo. Jamás te pondría en esa situación.
Contra todo pronóstico, me encontré deseando que ese fuese el problema.
—No es mi trabajo lo que me preocupa.
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¿Y si...? #PGP2020
RomanceSofía le huye a los compromisos. Damián recién sale de una relación tóxica . Varik está más bueno que el pan. Decisiones. Decisiones. Decisiones. ¿Quién dijo que tomar decisiones era fácil? Porque, aún cuando tus convicciones son firmes, es difícil...