Capítulo 36

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Termine de maquillarme y me pare frente al espejo. Era increíble lo que se podía lograr con unos cuantos tutoriales de YouTube, hasta podría asegurar que parecía un maquillaje profesional. Hoy había pedido el día libre en el trabajo, al fin iba a recibir mi tan ansiado título. La ceremonia de colación comenzaba a las 19.30 en el salón de actos de mi universidad, pero debíamos estar ahí media hora antes. 

Me coloque una blusa de seda sin mangas color salmón y un pantalón negro que se ceñía a cada centímetro de mi cuerpo. Acomodé mi peinado y le sonreí a mi reflejo. Me sentía sexy y muy confiada. Mi celular vibro sobre la cómoda y al revisarlo, me encontré con un mensaje de Damián, donde me deseaba suerte. Le respondí con un gracias y un beso.

En este último mes nos habíamos visto en varias oportunidades y no solo para tener sexo. Habíamos ido a cenar, al cine, a pasear e incluso, en una oportunidad, fuimos a tomar algo con sus primos. Fue ahí que me enteré de que eran mellizos, lo cual ni había sospechado ya que no eran tan parecidos. 

Todas las ocasiones que terminamos en su departamento, me quedé a dormir. Podría decirse que esto era lo más cercano que había tenido a una relación en mi vida, exceptuando, obviamente, lo que había tenido con Marcos.

Aunque en ningún momento hablamos de ponerle un título a lo que teníamos, sí estuvimos de acuerdo en ser exclusivos. A raíz de esa conversación, terminé confesándole que me había acostado con alguien más después de haber estado con él la primera vez. Eso sí, omití el motivo.

No sentí culpa, después de todo, no éramos nada y recién nos estábamos conociendo. Pero dado que empezábamos a pasar cada vez más tiempo juntos y que pensábamos prolongar nuestros encuentros sexuales, era una cuestión de respeto hacia el otro el hecho de no estar paseando de cama en cama mientras durase lo que teníamos.

Una vez lista, baje a la planta baja. Ahí me encontré con Dolores vistiendo un hermoso, aunque sencillo, vestido negro. Mi padre usaba un traje de dos piezas negro y una camisa gris y Tomás llevaba puesto un pantalón pinzado azul oscuro y una camisa blanca. Estábamos como para una fotografía familiar.

Dolores debió pensar lo mismo, porque fue a buscar su cámara de fotos. Ella era una aficionada de la fotografía y, aunque lo hacía como hobby, resultaba ser muy buena en ello. Colocó la cámara sobre una repisa luego de prepararla y nos indicó donde pararnos. Una vez presionó el botón correspondiente, corrió hasta llegar a nuestro lado y se colocó en su posición.

—¡Sonrían! —gritó.

Pero tras unos segundos, la cámara no disparó ¿Cuántos segundos le había puesto? La cara ya se me estaba acalambrando de tanto sonreír.

—¿Estás segura que apretaste el botón? —preguntó mi papá.

—La luz está parpadeando, pa —soltó Tomás con fastidio.

—Es que no veo nada sin mis lentes.

—Se supone que eran 5 segundos —dijo Dolores.

Me giré para acotar algo, pero justo en ese instante, la cámara decidió disparar. Dolores refunfuño mientras iba a programarla de nuevo. Resultó que la había programado en 10 segundos. La volvió a programar en 5 y, tras apretar el botón, corrió una vez más hasta colocarse a nuestro lado. Todos sonreímos nuevamente, la foto no tardó en sacarse.

Cuando Dolores trajo la cámara nos mostró ambas fotos. En una salíamos como una familia perfecta, sonrientes e impecablemente vestidos. En la otra, ninguno miraba hacia la cámara ni sonreía, pero resultaba realmente divertida.

—Creo que voy a imprimir ambas y colocarlas una junta a la otra —dijo Dolores.

—Sí, tipo realidad versus expectativa —dije riendo.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora