Capítulo 5

76 11 6
                                    

Era martes y la agencia se encontraba relativamente en calma. Me hallaba en una de las áreas comunes disfrutando de mi ensalada César. Amaba estas oficinas, los espacios eran abiertos, amplios y con una decoración muy descontracturada. Era una forma de contrarrestar todo el estrés que generaba trabajar en este ámbito.

Teníamos varios sectores con sillones, sillas y mesas donde podíamos almorzar, charlar o tan solo despejarnos un rato. Incluso teníamos un espacio al aire libre con reposeras, puffs, un par de hamacas paraguayas y hasta un metegol. Las oficinas nuevas eran geniales, aunque eso no era lo que más me gustaba de trabajar en Kubic Group, sino su grupo humano. Me llevaba muy bien con mis compañeros y al momento de trabajar, todos nos comprometíamos y esforzábamos por igual para conseguir los objetivos impuestos.

Diego, de cuentas, se acercó a mí y se dejó caer a mi lado en el sillón. Echó su cabeza hacia atrás cerrando los ojos, dejando salir el aire en un largo resoplido.

—¿Día complicado?

—Algo. Estuve hablando con los de Renault, quieren realizar una nueva campaña para un modelo nuevo que estarán lanzando en un mes. ¡Un mes! ¡Y nos vienen a avisar ahora! Vamos a tener que meternos el dedo en el culo para lograr llegar con los tiempos.

—No es la primera vez que pasa, van a llegar, siempre llegamos.

—Lo sé, pero me calienta que no tengan en cuenta que somos personas y que tenemos una vida a parte de la agencia. ¿Qué les cuesta avisar con un poco más de antelación?

Entendía su frustración, era difícil seguirle el ritmo a esta profesión, más para personas como él que tenían una familia a la cual debía dedicarle tiempo.

—Ah, casi se me olvida. El próximo fin de semana tenemos que ir al Blaulicht de Tigre.

—¿Tenemos?

—Sí, pidieron que vaya todo el equipo encargado de la campaña.

—¿Para qué?

—Quieren que vivamos la experiencia de alojarnos en el hotel antes de ponernos de lleno con la campaña. Tenemos todos los gastos cubiertos y podemos llevar un acompañante si queremos. Yo voy a ir con la bruja, nos va a venir bien un poco de relax y tiempo a solas.

—¿Y cuándo fue que te avisaron de esto?

—Ayer a última hora, pero con todo esto de Renault se me olvidó reenviar el mail. Tengo que enviarles a más tardar mañana una lista con los datos de los que vamos a asistir, así nos asignan las habitaciones.

—Ah, mira que bueno. Entonces voy a fijarme a quien puedo invitar —dije antes de levantarme para volver a mi puesto de trabajo.

No podía negar que la situación me resultaba extraña. No era la primera vez que un cliente tenía este tipo de atenciones para con nosotros. Pero en este caso, teniendo en cuenta lo ocurrido el viernes, no podía evitar que me hiciera ruido. Ayer, al final, no había hablado del tema con mi jefa. La campaña para la cadena de hoteles seguía su curso normal y tampoco había recibido alguna reprimenda o sanción por parte de mis superiores. Decidí dejarlo pasar, pensando que solo se había tratado de un hecho aislado y que, gracias a Dios, no tendría repercusiones ni para mí ni para la agencia. 

Quizás solo estaba siendo un poco paranoica, después de todo, habían invitado a todo el grupo de trabajo. Sería exagerado creer que se tomarían la molestia de invitarnos a todos solo con el fin de acosarme nuevamente. Es que de hecho, ni siquiera podía asegurar de que los hermanos Blaulich aún estuvieran en el país.

Sí, definitivamente estaba exagerando ¡Ni que fuera Miss Universo! No es que me considerara fea, pero sí una morocha más del montón. Lo único que me hacía sentir especial eran mis ojos. Eran de color avellana con vetas verdes, enmarcados por unas tupidas pestañas oscuras. Despejé todas esas locas ideas de mi cabeza y le mandé un mensaje a Marcos para invitarlo antes de retomar mi trabajo. No pensaba desaprovechar un fin de semana de descanso, además, tendría a Marcos conmigo por si se presentaba algún episodio extraño.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora