Capítulo 19

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Hoy era el lanzamiento de campaña de Blaulicht Hotel y estaba muy emocionada al respecto. Me sentía como una madre orgullosa de sus hijos cada vez que una campaña de la que había formado parte salía a la luz.

El último mes había pasado volando, era algo que solía ocurrirme cuando me encontraba desbordada de trabajo en la agencia. Con Camila tuvimos que preparar una serie de campañas para varias cuentas chicas. Eran contratos puntuales, no eran clientes fijos. Entre ellos había una marca de esmaltes semipermanentes, una casa de comida rápida local, un consultorio odontológico y una empresa de limpieza de oficinas. Eso, sumado a nuestras cuentas fijas, nos mantuvo entretenidas las últimas semanas.

Por alguna razón, estaba ansiosa por ver nuevamente a Damián, a quién no había visto desde aquella vez que fuimos a tomar un café. Pocos días después de esa salida, Damián tuvo que viajar a Brasil y luego a Uruguay por temas laborales. En esas semanas solo habíamos hablado un par de veces por chat. Si bien nuestras charlas siempre comenzaban por algún tema relacionado con el trabajo, siempre terminaban por derivar en temas personales.

Hoy nos veríamos en la fiesta que se iba a realizar en el hotel de Tigre con motivo del primer aniversario del mismo. El spot iba a salir en la primera tanda publicitaria de un importante programa televisivo en horario central y lo íbamos a ver proyectado en directo en la fiesta. Al día siguiente, se lanzaría el spot radial en diferentes emisoras del país y para el fin de semana, se publicaría la gráfica en revistas del rubro y algunas de cholulaje, como Gente y Caras. Además, se colocarían en estos días los afiches en la vía pública.

Me encontraba mirándome frente al espejo. Llevaba puesto un vestido largo color negro que era al cuerpo, aunque no me quedaba ajustado. Era cerrado por delante y tenía gran parte de la espalda descubierta. Me lo había prestado Lore, a quién, estaba segura, se le veía mucho mejor que a mí desde atrás. El pelo lo llevaba recogido en una cola de caballo alta, mi marca registrada y tenía más maquillaje encima del que solía usar, todo por insistencia de Lorena, quien se había encargado de convertirme en un Picasso viviente cuando vino a traerme el vestido.

—¿Por qué tengo que ir con vos? —preguntó Marcos, quien estaba sentado en mi cama.

—Porque hace un mes que tenes esa tremenda cara de culo y un humor de mierda. Necesitas distracción urgente, amigo.

Marcos no había solucionado su temita con Pamela y, día a día, iba hundiéndose lentamente en un estado gruñón e insoportable.

—No estoy de humor para fiestas, cielo.

—No estás de humor para nada últimamente, por eso tenes que venir.

Él refunfuñó y miró en dirección a la ventana. Estaba sentado en la punta de mi cama, llevaba puesto un pantalón de vestir negro y una camisa gris pálido que le quedaba ajustadita en ciertas zonas. Nada de corbatas, no le gustaban. Se veía realmente muy bien, estaba segura de que más de una me iba a envidiar su compañía esta noche. Pensaba seriamente hacerlas sufrir a todas. 

—Dale brujito, vos solo acompañame. Si pasado un rato te sentís muy incómodo, sos libre de irte.

—Si claro, como si estuviéramos acá a la vuelta... —refunfuñó.

Me acerqué y me agaché como pude frente a él. Los zancos que llevaba por zapatos me dificultaban los movimientos, no estaba acostumbrada a tanto taco. Esa había sido otra idea de Lore, estaba pensando seriamente que le gustaba torturarme físicamente.

Agarre con ambas manos su rostro y lo hice mirarme, sus ojos se veían tan triste que me estrujo el corazón.

—Marcos, sé que no queres hablar del tema, pero no me gusta verte así. Estas pasándola como la mierda con toda esta situación cuando podrías darle solución con tan solo ir a verla.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora