Me atasqué con el molinete mientras intentaba correr el último tramo que me separaba del ascensor, al que a duras penas logré ingresar. Las tres personas que se encontraban dentro del pequeño habitáculo me miraron con cierta curiosidad, seguro mi cara de desesperación era demasiado notoria.
Era martes y estaba llegando diez minutos tarde a mi trabajo. Puede que diez minutos no sea la gran cosa, pero en mi caso, sí que podía serlo. Trabajaba en Kubic Grup, una de las mejores agencias de publicidad del país. Había entrado como pasante hacía poco más de dos años en el puesto de redactora junior y hoy día era redactora senior.
Junto con Camila, mi coequiper, teníamos asignadas seis cuentas y hoy tendríamos una presentación para una nueva marca. Habíamos estado trabajando arduamente las últimas semanas junto al equipo de producción y medios para esta propuesta y ahora, la presentaríamos al cliente en tan solo veinte minutos.
Bajé del ascensor en mi piso y caminé rápidamente hasta mi puesto para tirar mis cosas sin cuidado alguno sobre mi silla. Camila no estaba en su puesto, de seguro ya debía encontrarse en la sala de reuniones junto con el resto de los que participaríamos de la reunión.
Saludé a un par de compañeros rumbo a mi destino y fue al llegar que comprobé que mis sospechas eran ciertas. Todos se encontraban ahí, incluso nuestro directivo general. Entré un tanto avergonzada y me disculpé por la interrupción.
—Llegas tarde —susurró Cami ni bien me senté a su lado.
—Mi auto no arrancó y tuve que pedirme un Uber —susurré en respuesta, intentando no interrumpir lo que sea que estaba diciendo Pablo, el ejecutivo de cuentas—. ¿Ya nos toca?
—Sí, llegaste justo a tiempo.
—Chicas, presenten por favor —dijo Gustavo, nuestro planner, ni bien finalizó Pablo su presentación.
Ambas nos pusimos en pie y presentamos rápidamente al director general nuestra propuesta. Él pareció bastante satisfecho y eso me tranquilizó bastante. Esta pre reunión era solamente para ponerlo al tanto de nuestra propuesta para el nuevo cliente ya que se había encontrado ausente las últimas semanas debido a un viaje de negocios.
Los veinte minutos pasaron rápido y pronto nos encontramos recibiendo a nuestro potencial nuevo cliente. Se trataba de una cadena internacional de hoteles que había decidido poner sedes en nuestro país hacía casi un año y ahora quería promocionarlos al nivel local.
Había investigado sobre la cadena y su historia. El dueño original, Gerald Blaulich, había heredado su primer hotel de un tío materno. Éste apenas si alcanzaba las 3 estrellas, pero estaba muy bien ubicado en una zona turística de Alemania. Con tiempo, esfuerzo e invirtiendo todo el dinero que iba obteniendo, lo levantó hasta convertirlo en un lujoso hotel de 5 estrellas.
Con los años, el hotel fue ganando renombre y utilizó ese reconocimiento y el dinero obtenido para comenzar a comprar otros hoteles y así formar su propia cadena. Se extendió primero por Europa y luego arribo a América, donde llevaba aproximadamente seis años abriendo hoteles en varios países del continente.
Gerald había fallecido tres años atrás, siendo sus tres hijos los que heredaron todo el imperio y en ese instante los estaba observando entrar a nuestra sala de juntas. No había visto muchas fotografías de ellos, las pocas que había encontrado se les veía como el estándar del ciudadano alemán. Altos, rubios y con ojos claros.
Nuestro director general se paró para saludar a la mujer y a los tres hombres que se encontraban en la entrada de la sala. Me daban la espalda, pero era evidente que la mujer y dos de los hombres eran los hermanos Blaulich, pues los tres eran altos y rubios.
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¿Y si...? #PGP2020
RomanceSofía le huye a los compromisos. Damián recién sale de una relación tóxica . Varik está más bueno que el pan. Decisiones. Decisiones. Decisiones. ¿Quién dijo que tomar decisiones era fácil? Porque, aún cuando tus convicciones son firmes, es difícil...