Capítulo 12

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Estaba asombrada. No podía creer que Pamela fuera compañera de trabajo de la pelirroja. ¡Qué chico que era el mundo!

—Es una gran casualidad ¿No?

—Más bien, es una prueba fehaciente de que la teoría de los seis grados de separación es real.

—¿Eh?

—Es una teoría que afirma que cualquier persona del planeta está conectada con cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no supera a cinco, sumando en total seis personas entre la primera y la última.

La cara de circunstancia de Damián me causó un poco de gracia, era evidente que no tenía idea de lo que le estaba hablando.

—Te explico. En este caso, yo sería la primera en la cadena. —Comencé a enumerar con mis dedos—. Luego le seguiría mi mejor amigo Marcos, que es quién conoce a Pamela. —Levanté dos dedos más—. Tu ex, o no ex, sería la cuarta persona y vos la quinta. ¡Mirá! —dije mostrándole mi mano— ¡En este caso ni siquiera llegamos a seis! 

Tomé una profunda bocanada de aire, había hablado sin respirar y con un entusiasmo que pareció causarle gracia a mi interlocutor.

—¿Siempre sos así de entusiasta? —preguntó tentado.

—Cuando algo me emociona, lo soy. —Me encogí de hombros, restándole importancia.

—Ya veo. Por cierto, feliz cumpleaños. —Me regaló una hermosa sonrisa.

—Gracias —contesté, replicando la suya.

—¿Damián? —Una voz femenina nos hizo voltear a ambos—. Al fin te encontré, te estabas demorando mucho.

La pelirroja posó sus ojos en mí, dedicándome una mirada llena de desdén y odio. Agradecí en ese momento que no tuviera mirada láser, porque de seguro ya estaría descuartizada en el piso.

—Sí, es que me encontré con ella de camino al baño. —Damián me señaló—. Te presento a Sofía, la cumpleañera. Ella es Silvana —dijo, omitiendo ponerle cualquier título.

—¿La conoces? —Los celos se le salían por los poros.

—Casualmente, la conozco. Ella trabaja en la agencia de publicidad que está realizando la campaña para los hoteles Blaulicht.

—Ah.

Toda su actitud gritaba "soy tóxica". Incluso me estaba haciendo sentir incomoda en mi propia fiesta. Lo mejor que podía hacer era alejarme, no quería que me arruinaran la noche.

—Bueno, los dejo, tengo una barra libre que espera por mí. Disfruten del resto de la noche —dije sonriéndoles falsamente antes de darme media vuelta y comenzar a alejarme de ellos.

No había dado ni dos pasos que ya los estaba escuchando discutir. No entendía ese tipo de relaciones ¿Cómo eran capaces de agredirse y lastimarse de esa forma? ¿Por qué seguían juntos si no se llevaban bien? A ver, no existían las relaciones perfectas, todas tenían altibajos, pero no debían ser dañinas para ninguno de los dos.

Llegué a la barra y me pedí mi quinto trago de la noche. Mientras lo esperaba, me gire para observar el panorama. Marcos estaba hablando con Pamela en un rincón, se los veía demasiado cómodos el uno con el otro. En la otra punta estaba Lore, enredada a un chico que no lograba reconocer desde mi posición. Al menos ella si estaba cumpliendo con eso de pasarla bien esta noche.

El barman puso el vaso de Margarita frente a mí y me guiño el ojo. Sonreí. Los siguientes minutos me dediqué a observarlo con mayor interés y apreciación, el chico no estaba para nada mal. Morocho, de boca rellenita y mirada dulce. Al cruzar miradas le sonreír coqueta, o al menos eso supuse, mientras comenzaba a darle pequeños sorbos a mi bebida de forma sugerente.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora