Capítulo 4

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Tarde unos segundos en percatarme de que en realidad nos estábamos dirigiendo hacia un patio interno que había al fondo del local. Sacudí mi cabeza en un intento de esclarecer mi mente y despejar un poco la nebulosa en la que me tenía sumida el alcohol que corría por mis venas.  

Una vez afuera, el aire fresco de la noche me espabiló un poco. Miré a mi alrededor y noté que la mayoría de las mesas estaban ocupadas. El castaño seguía tirando de mi mano, pero no era brusco. En cuanto encontró una mesa desocupada, me soltó para tomar asiento y me hizo señas para que lo acompañara. Dude en hacerle caso, no entendía que podría querer él de mí.

—Solo me tomará unos minutos —insistió.

Asentí y me senté. A pesar de lo raro de la situación, no me sentía amenazada por el extraño frente a mí. Aun así, le mande un mensaje a Camila para avisarle donde estaba y para decirle que me esperaran. Lo último que me faltaba era que se fueran y me dejaran tirada en el bar. Apreté el botón de enviar y guardé mi celular en la cartera antes de encararlo.

—¿Y bien?

—Voy a ir al grano. Mi jefe, el señor Varik Blaulich, está interesado en conocerte mejor.

Aquello me tomó por sorpresa. Ni en un millón de años me hubiese esperado escuchar aquellas palabras salir de su boca. La expresión en mi rostro debía ser todo un poema.

—¿Conocerme mejor? —pregunté, solo para cerciorarme de que había escuchado bien.

—Así es. Me pidió que averiguara tu teléfono para contactarte y así hacerte saber de su interés. La verdad es que esta semana fue complicada, estuve con mil cosas y no tuve tiempo de ocuparme del tema pero, al parecer, el destino quiso que te encontrara acá esta noche.

—¿Me estas jodiendo?

—No tengo motivos para joderte. Solo estoy haciendo mi trabajo.

Mi indignación iba creciendo con cada segundo que pasaba.

—¿Tu trabajo es conseguirle ligues a tu jefe?

—Mi trabajo es hacer lo que él me pida.

—¿Acaso tu jefe no sabe hablar? ¿O está tan ocupado que ni siquiera puede tomarse un momento para conseguir una cita por su cuenta? Ni que le fuera a costar tanto conquistar a una mujer. Estoy segura de que ni sabe lo que es ser rechazado, con esa cara y ese cuerpo, el porcentaje de negativas debe ser de una en un millón.

Evidentemente el alcohol seguía en mi sistema ya que mi filtro no funcionaba. 

—Y por cómo viene esta conversación, sospecho que ese uno en un millón está sentado frente a mí.

Y así era. El tipo en verdad estaba bueno, pero había varios motivos que me impedían aceptar semejante propuesta. Empezando por el amor propio. Respiré hondo para tranquilizarme, no debía olvidar de que estábamos hablando de un cliente importante de la agencia, ya bastante me había desubicado con lo dicho recién.

—Decile a tu jefe que no, gracias. No puedo involucrarme con un cliente, no es ético y está prohibido por reglamento. 

Además, no me gustaban los hombres que no tenían los huevos bien puestos, pero eso me lo guardé para mí. El castaño se me quedó mirando fijamente, como si no pudiese entender lo que estaba escuchando.

—Ahora, con tu permiso, me tengo que ir.

Me puse de pie colgándome la cartera del hombro, apenas logré girarme cuando sentí la mano del castaño agarrándome de la muñeca, deteniéndome. Me giré exasperada y con cara de pocos amigos.

¿Y si...?  #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora