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Hermione:

¿Cuántas formas existen para desaparecer?

¿Es posible usarlas todas al mismo tiempo?

Dándose media vuelta en la cama, soltó un suspiro frustrado. Se llevó las manos a la cara, muerta de vergüenza. No quería ir al baño de prefectos, solo quería hundirse en la cama hasta desaparecer. Había soñado con Pansy. Lo cual, no era la primera vez, todos sueñan de vez en cuando con quienes aprecian. Sin embargo, sí era la primera en la que el sueño se volvió más... más... ¡Ni siquiera quería pensar en eso! Bueno, un poco sí. No podía evitar caer en eso, en lo atractiva y sensual que fue Pansy en su sueño. ¡Pero era tan vergonzoso! No. Sin duda no. ¡No quería recordar!

Se levantó de golpe, en un intento de luchar con su rabieta interna. Ni siquiera ordenó su cama antes de salir de su sala común. Solo necesitaba un baño, relajarse, ignorar todo esto. Era una tontería en realidad, ya había tenido sueños húmedos antes. Aunque solían carecer de sentido: no era ella la involucrada o estaba con alguien que nunca había visto en su vida. Y sin duda, no la habían dejado sintiéndose así.

Llegó al baño, apreciando la soledad. Sales de baño, espuma, dejó que se terminara de llenar la bañera mientras se desnudaba y se sumergió en el agua sin más dilación. Cerró sus ojos, disfrutando del calor.

En el sueño también sintió calor. Pansy le preguntaba "¿Te resulto sexy, Hermione?" con esa voz más grave que a veces usaba para coquetearle de forma burlona, y ellas... se besaron, se tocaron. Hubo mucha más piel que en la realidad, nunca vio a Pansy sin camisa, pero eso no complicó la tarea a su mente: la imaginó sin problemas, con más detalle del que nunca se atrevió despierta. Ahora sus mejillas también se sentían calientes. Abrazó sus rodillas y sumergió en el agua por completo, hasta la cabeza. Una parte de ella quería ahogarse para no tener que plantar cara frente a su novia. Pero al final la necesidad de aire se volvió abrumadora y salió.

. . .

Hoy era al fin su reunión para la orientación vocacional. McGonagall la esperaba en su despacho. Llegó puntual y la puerta estaba abierta, así que entró con timidez, sin estar segura de si debió esperar a que la llamaran.

—Granger —la saludó la profesora al reconocerla, señaló la silla frente a su escritorio con un movimiento de cabeza—, siéntese.

—Gracias —murmuró, obedeciendo.

El lugar le recordaba en parte a la sala común de Gryffindor, con cortinas rojas, varios muebles de madera con cojines suaves y una chimenea en una de sus paredes (que no estaba encendida). El escritorio de la profesora era ordenado, con una pila de pergaminos en uno de los lados y una pluma guardada en el tintero en el costado opuesto.

Notó lo diferente que ya estaba siendo su experiencia en contraste con la de Pansy. Ella se sentía a gusto aquí, confiaba en su profesora. Snape no intentó generar esto con sus estudiantes, ni siquiera los invitó a su despacho, sino que los encaraba en su salón de clases habitual, además de que se burló de los intereses y aspiraciones de su alumna, ¡y ya ni hablar de cómo demostró ser tan supremacista de sangre como Draco Malfoy y su grupito con las cosas que le dijo a Pansy! Hermione estaba sorprendida de que los mismos profesores reafirmaran esas actitudes en sus estudiantes. ¿Por qué el director Dumbledore permitía todo esto?

—Esta reunión es para hablar sobre las posibles carreras que haya pensado que le gustaría estudiar, y así poder ayudarte a decidir qué asignaturas deberías cursar en sexto y séptimo año —explicó McGonagall, y luego sus labios se curvaron, tan imperceptible fue, que a Hermione por poco no se le escapó el detalle—. Imagino que ya pensaste qué te gustaría hacer una vez salgas de Hogwarts.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora