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Hermione:

¿Cómo puedes vivir sin haber

comido nunca en McDonald's?

¿Por qué los magos son tan extraños?

A las 8:30 a.m. sonó una alarma, despertando a Hermione. Ella giró la cabeza con rapidez, mirando el calendario junto a su reloj. En la hoja del mes de julio, el número tres estaba rodeado con un círculo de color verde. Los números anteriores estaban tachados con una cruz del mismo color.

—¡Es hoy! —dijo para sí misma, saliendo de la cama y empujando a su gato en el proceso, que maulló molesto—. Disculpa Crookshanks.

Desde que inició sus vacaciones había estado ansiosa por el momento en que entregaran los resultados de sus TIMOS. Se moría de curiosidad y de nervios por saber cómo le fue. ¡Y hoy era el día! Salió de su cuarto y bajó las escaleras tan rápido como pudo. Tal era su emoción, que no tuvo tiempo para sentirse somnolienta.

—¡Vaya! —exclamó Thomas Granger, dejando su taza a medio camino de su boca, al ver desde la cocina que su hija atravesaba veloz la sala de estar para ir hacia la puerta de entrada.

Hermione se arrodilló en el suelo y revisó las cartas que había allí. La factura de la luz, un par de publicidades... y nada más. Soltó un suspiro desanimado. Todavía quedaba tiempo, hasta el 7 de julio, para que le enviaran una carta con sus resultados. Pero eso no quitaba su desilusión, de verdad esperaba ser de las primeras estudiantes en recibirlas.

—¿Ya te levantaste Hermione? —preguntó Kayla, su madre, desde la cocina—. El tocino casi está.

—En un momento —respondió, levantándose para ir al baño.

Se cepilló los dientes, se lavó la cara y peinó, o bueno, intentó peinar su cabello lo mejor posible y volvió a la cocina. Su padre estaba en la mesa haciendo el crucigrama del periódico mientras bebía un poco de café. Su madre, parada frente al fuego cocinando, tarareaba la música que sonaba de la radio colocada sobre la encimera.

—¿Qué buscabas? —preguntó Thomas, curioso por el espectáculo anterior.

—Los resultados de los TIMOS. Todavía no llegaron —explicó mientras buscaba en las repisas una taza para hacerse un poco de té.

—Paciencia —pidió su madre, mientras ponía el plato con tocino recién hecho en el medio de la mesa.

También había un poco de pan, mermelada y manteca para cuando Hermione se sentó con su taza ya humeante en la mesa.

—Cariño —suspiró Kayla, divertida por su esposo, y luego bebió un poco de jugo de naranja recién exprimido.

Thomas había puesto varios trozos de tocino sobre su pan tostado y al morderlo no consiguió cortarlo del todo, por lo que parte de la carne quedó colgando de su boca. Hizo una mueca abochornada.

—¡Es más rico con pan! —se defendió, luego de agarrar el tocino con sus dedos para tirar de él y terminar de cortarlo para poder tragar. Dejó el pedacito restante sobre el pan de nuevo.

Un golpe en la ventana llamó la atención de los tres. Tras el vidrio estaba una lechuza de plumaje desordenado.

—Oh, volvió... —murmuró su madre, mirando al ave con desconfianza.

—Que no entre, por favor —rogó Thomas.

El Pajarraco no era alguien que sus padres apreciaran demasiado. Ya había visitado la casa Granger trayendo correo varias veces, y había hecho desde robos de comida al plato de su madre, hasta tirar un florero al suelo con sus alas al volar.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora