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Hermione:

¿Por qué me empeño

en ir a la boca del lobo?


—¿Una Slytherin, Hermione? ¿En serio? —Inició Harry.

—¡Y no cualquier Slytherin! ¡Es Parkinson! —Se quejó Ron.

Hermione fruncía el ceño, no los miraba directamente, estaba pensando. Ella no sabía qué decirles. Esas mismas palabras de sus amigos se repetía a sí misma desde que volvió a Hogwarts. ¿Por qué hacía todo esto por Parkinson? Al inicio sabía que se trataba de su curiosidad. Estaba segura que Harry habría sentido esa misma curiosidad con Malfoy en una situación similar... de hecho, así fue. Ante la actitud rara de Malfoy durante el Torneo de los Tres Magos, aun estando muy ocupado al ser uno de los participantes, consiguió tener tiempo para espiar a ese rubio altanero que actuaba en ese cuarto año de forma sospechosa. Aunque nunca consiguió prueba alguna de lo que tenía el Slytherin entre manos, hasta el día de la fecha seguía afirmando que era un mortífago.

¡Cómo olvidar el año anterior! Fue una completa locura. El torneo trajo cosas buenas, como su primer beso con Viktor Krum, pero también cosas terribles: se llevó consigo la muerte de un estudiante de Hogwarts de la casa Hufflepuff, Cedric Diggory, y lo peor, hizo a su mejor amigo, Harry, presenciar y ser protagonista del regreso a la vida y luego caída de Voldemort. Cuarto año fue doloroso y esperanzador a partes iguales. Ahora, en quinto, parecía que al fin tendrían un año normal de verdad: uno sin intentar salvar sus propias vidas y al mundo mágico.

—¡Todo es culpa de Luna! —Chilló.

Sus dos mejores amigos la miraban como si le hubiera salido un tercer ojo en medio de la frente.

—¿Luna? —Le preguntaron a la vez.

—Ella no es tan amable como aparenta. Cuando menos te lo esperas, te dice cosas escalofriantes. Seguro me odia por lo que le dije y solo intenta confundirme.

—¿Qué?—Preguntó Harry mientras acomodaba sus lentes, como si eso ayudara a que escuche y entienda mejor sus palabras.

—Todo esto es culpa de los torposoplos...

Sus amigos la miraron con horror. Ambos habían escuchado a Luna nombrar esa criatura, y ya sabían que no existían, confirmado por boca propia de Hermione. Pero ahí estaba ella, culpando de algo a criaturas inexistentes...

—¡Por Merlín! ¡Harry! ¡Hermione enloqueció!

Los gritos de Ron la sacaron de sus pensamientos. Lo miró extrañada y un poco fastidiada, como si él hubiera sido el que inició a decir cosas raras o si se hubiera metido en su mente a desordenar sus ideas.

—¡Hablabas de torposoplos, Hermione! ¡No sobre hipogrifos, ni dragones! ¡Torposoplos!

—Yo no... —Se detuvo. Harry la miraba tan extrañado como Ron. ¿Ella había dicho sus pensamientos en voz alta?—. Lo lamento, chicos. Estoy bien. Hablé sin pensar.

Al segundo se lamentó de decir esa frase, por poco los pobres chicos frente a ella no se desmayaban. En tan poco tiempo la escucharon decir cosas tan raras... Primero torposoplos, para rematar con un "hablé sin pensar".

—¿Qué te sucede? ¿Por qué en clases de Astronomía dijiste que harías pareja con Parkinson? —Harry rascó su cabeza mientras pensaba qué más decir. Él estaba tranquilo, parecía no entender lo que sucedía y por eso no podía enojarse. Ron era diferente a Harry en ese sentido, él si no entendía algo, explotaba en rabia—. No es el problema que sea de Slytherin. Bueno, que quieras algo con cualquier Slytherin es —ni siquiera terminó la frase, solo atinó a poner una cara rara de claro disgusto ya que no era fácil unir a Hermione y un Slytherin en una actividad en conjunto. Se centró en lo importante—: Pero estamos hablando de Parkinson. Esa chica no es buena.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora