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Capítulo desaprobado.

Favoritos.

Harry, Ron y Hermione estaban en un gran aprieto esa noche.

Los tres amigos habían escapado de su sala común para ir a buscar (por no decir robar) ingredientes para una poción. Idea de Harry, que quería nuevamente espiar a Malfoy y su grupo.

A mitad de travesía, se habían topado con el profesor más antipático de Hogwarts, que en esos momentos se encontraba... ¿Llorando en el patio del colegio?

Los estudiantes de Gryffindor no tuvieron oportunidad de fingir demencia y o amnesia, Snape los había visto desde el momento en que pusieron el primer pie en el patio. Él los obligó a acercarse, moviendo la mano para indicar que se muevan. Parecía ser que se aproximaba un buen castigo para ellos.

—¿No creen que soy un excelente profesor? —Les preguntó con notable rabia en la voz.

Los tres amigos se miraron entre ellos confundidos. Estaban esperando un regaño. Hermione habló: —Claro que sí, profesor. Lo es.

—¡¿Entonces por qué?! —Chilló el adulto. Sonaba aun más nasal de lo normal por culpa de arrastrar las palabras y pronunciar mal la letra erre.

En la mente de Harry algo hizo clic. En especial al percibir ese peculiar olor del aliento de Snape. Temeroso, dijo: —Profesor... ¿Está usted... borracho?

—Dumbledore es tan cruel—se lamentaba, ignorando a los más jóvenes, mientras sorbía los mocos de su nariz sin disimular—. ¡Sigue negándome el puesto como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras! Él es... ¡Tan injusto! —Su mirada cristalizada enfocó al pelirrojo del grupo—. ¿No es cierto, Weasley?

El aludido abrió sus ojos aterrado, y sin saber qué hacer, atinó a asentir brusca y rápidamente como respuesta. El profesor, para espanto de los tres adolescentes, sonrió, mostrando su dentadura. Nunca habían visto a ese hombre hacer algo así. Sin duda estaba ebrio.

Snape agregó: —Ustedes... Son mis Gryffindor favoritos.

Los pobres chicos sonrieron incómodamente, ignorando el escalofrío que la afirmación les causó.

—¿Podemos irnos? —Preguntó Harry con cuidado.

El adulto asintió, todavía con su sonrisa tontorrona. Los estudiantes sin querer tentar su suerte, hicieron amago de irse, pero el profesor los detuvo, en un abrazo; uno que duró tres largos minutos. Los jóvenes estaban más pálidos que un fantasma. Cuando los soltó, le dio unas palmadas en el hombro a Ron, como si fueran dos colegas de toda la vida.

—Gracias por consolarme. Lo necesitaba. A veces es difícil que los demás no aprecien tus cualidades...

Los más chicos no decían nada, todavía estaban en estado de shock. Ron, además, aguantaba sus arcadas, ya que su rostro había acabado sobre el pelo grasiento de su profesor mientras era abrazado. Snape, sumido en su miseria, siguió lamentándose.

—¡Si es que hasta le dio el puesto a Lupin antes que a mí! ¡Eligió a Lupin antes que a mí! ¡Un hombre lobo! — Su voz al gritar se escuchaba aguda y quebrada.

Mientras nuevas lágrimas gruesas salían de sus ojos, se arrodilló dramáticamente en el suelo y recostó parte de su cuerpo sobre la fuente. Sollozaba muy fuerte, sorbiendo sus mocos. Harry, Ron y Hermione notaron entonces que en el suelo había varias botellas de Brandy ya vacías... Snape no iba a recuperar la conciencia pronto. Sin dudarlo ni un segundo, salieron corriendo sin avisar, dejando atrás a la serpiente más dramática de Slytherin, que en esos momentos dejaba caer sus lágrimas en el agua, como si él formara parte de la fuente.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora