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Hermione: 

¿Estoy escuchando?

Ginny Weasley es una mujer decidida, nunca se rinde. Esa cualidad suya es una bendición para los deportes, por ejemplo, porque no se desanimaba bajo presión, pero también se vuelve una maldición cuando es tu amiga y está intentando que le cuentes la verdad...

Hermione escribió en su pergamino sin despegar los ojos de su libro. Estaba resumiendo el Capítulo 10 de Transformaciones, que estudiarían dentro de tres semanas, ya que había terminado toda su tarea para el día de hoy, el Capítulo 8, y ya tenía resumido lo que trabajarían la próxima clase. Sin duda se estaba atrasando. Tendría que estar cuatro clases por delante del temario como mínimo. ¡Perdía demasiado tiempo con sus amigos! Y con Pansy... Debía dejar de posponer sus tareas para pasar tanto tiempo extra con ella...

—Un galeón por tus pensamientos.

Se sobresaltó por las palabras, levantando la cabeza. Ginny tenía una sonrisa angelical, sentada en una de las sillas libres. Hermione desvió la mirada, lamentando su suerte. ¡Se supone que Ginny nunca entraba a la biblioteca! Había conseguido evitar quedar a solas con ella por más de una semana, pero ahora la tenía en frente. Estaba acorralada.

—¿Qué haces aquí?

—Ver a mi mejor amiga —dijo Ginny, mientras apoyaba sus codos en la mesa y su cabeza sobre sus manos.

—¿Y Luna? —preguntó, deseando que cualquiera entrara a la biblioteca y la salvara.

Se estuvo asegurando últimamente de estar casi siempre con Harry y Ron, con Luna, o estar en el Gran Comedor; siempre con gente. Había armado todos estos días algo similar a una barrera humana para que así Ginny no pudiera hablarle sobre... Eso...

—En clases.

—¿Y tú no tienes? —no pudo evitar que su tono sonara a regaño, casi olvidando el miedo que sentía.

—Luna me prestará sus notas luego —contestó, moviendo su mano para desestimar el tema.

—¡No puedes faltar a clases! —se quejó, soltando la pluma con brusquedad.

—Me estaba quedando sin opciones para atraparte con la guardia baja —se explicó, y Hermione recordó lo que temía.

Ciertamente había estado contando con que en esos momentos Ginny, que era un año menor, estuviera en Cuidado de Criaturas Mágicas. ¡Pero claro que ella iba a saltarse sus clases si le apetecía! ¿Por qué no se le ocurrió esa posibilidad?

—Deberías volver ya mismo a clases.

—Hagrid no se enojará.

Bufó, sabiendo que era cierto, él no se molestaría...

—Hermioneee —canturreó.

La aludida, contrariamente, clavó sus ojos en sus libros, queriendo ignorarla.

—Si querías aprender a maquillarte podrías haberme preguntado.

Hermione se tensó en el asiento, pero no le respondió, fingiendo leer (habría leído de verdad, pero era imposible concentrarse con el fuerte bombeo de su corazón).

—Aunque quizá no te guste mi metodología de enseñanza más tradicional...

—No quiero aprender a maquillarme —masculló.

—¡Déjame terminar el chiste! —Se quejó.

Hermione tuvo un fuerte deseo por fulminarla.

—Pero Parkinson —retomó, haciendo que Hermione tragara saliva, nerviosa—, te estuvo enseñando de forma más... Práctica. Seguro que así es divertido. ¿No?

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora