Pansy:
Un plebeyo me regaló chocolate.
Un ¿caballero? juró defenderme de todo.
Una princesa me ofreció su pañuelo.
En fin, nada nuevo... Soy una Reina.
Inhala y exhala. Pansy intentaba calmar su errática respiración mientras que con la manga de su saco se limpiaba las lágrimas que parecían nunca acabar. Necesitaba escapar. Hasta estaba tentada a saltar del tren y huir de allí. Quería estar sola como fuera.
Lo único que podía pensar, irónicamente, era qué pensaría Hermione de ella. ¿Quién se habría esperado algo así? Que "la sangre sucia" a la que siempre molestó, era ahora todo para ella. La Slytherin sabía que era dramático, pero así eran las cosas. Se sentía sola, atacada... Podía aceptar que Daphne se burlara y buscara adrede algo para lastimarla, también digería que Draco prefería hacer la vista gorda y fingir que no la conocía. Sobrellevaba bastante bien vivir sabiendo que sus antiguas amistades estaban relacionadas con criminales que destruyeron el apellido Parkinson, incluso estuvo dispuesta el primer día de Hogwarts a seguir siendo amiga de ellos con tal de no quedarse sola, justificando que total ellos no hicieron nada malo como tal... Podía aceptar que su madre la ignorara aun cuando ya no le quedaba nada. Pansy aguantaba muchas cosas, no le importaba hacerlo. Pero no soportaría perder a Hermione. ¡Ella era la única que la aceptaba! No quería perderla. No podía. Todo menos eso. No sería justo por parte del mundo dejarla probar algo dulce después de tanta amargura, y luego arrebatárselo así. Porque eso sucedería, Hermione seguro pensaría que ella es una inútil y una cobarde como Daphne dijo. ¿Cómo podía verla a la cara ahora? ¿Por qué Hermione querría seguir estando con ella? Daphne lo dejó claro... Era sumisa frente a la gente que le hacía daño a ella y a su apellido... ¿Qué podía tener de bueno Pansy? ¡Literalmente era todo lo opuesto de lo que un Gryffindor aprueba! Caballerosos, valientes... No lo vale. No merece el interés de nadie, menos de Hermione.
"Tú sabes quiénes fueron. ¿No te vuelve eso cómplice o algo así?" esas palabras no paraban de resonar en la mente de Pansy. ¿Lo era, verdad? Ella era cómplice también. Su papá la odiaría si la viera ahora mismo. Su madre la odiaría todavía más. Todos. Todos deben odiar a Pansy. El estómago de la Slytherin se contrajo, una presión que se extendió hacia su garganta, causándole una sensación de asco y ganas de vomitar.
Escuchó que alguien la nombraba a lo lejos. Una mano sobre su hombro la sobresaltó, seguido de unas caricias en la espalda la hicieron temblar. Sus ojos desenfocados por las lágrimas no podían prestar detalle a su alrededor. Sus oídos se sentían taponados. Lo único de lo que podía ser consciente era de su corazón queriendo salírsele por la garganta. Quemaba. Sus ojos ardían, su estómago se sentía como si el fuego lo consumiera y su cabeza como si fuera a explotarle. Se sentía mal. Muy mal.
Alguien la empujó con suavidad hasta el asiento. Pansy no quería levantar la cabeza. Miraba sus pies como si fueran lo único allí. Se aferraba a ellos, no quería enfrentar a Hermione. Sabía que era ella, estaba ahí, dando vueltas a su alrededor. Pero Pansy atrasaría todo lo posible ese enfrentamiento. Si no veía la cara de asco de Hermione, no sería real. Si cerraba los ojos, podía fingir que ella sí la quería.
Sentía tanta vergüenza. ¿Era inevitable este momento, verdad? Pansy no es una santa. Incluso antes de que Daphne llegara, Hermione ya la odiaba. ¡Qué estúpida! ¡Como si años de molestarla se borraran con un par de bromas y algún que otro regalo de cumpleaños! Pansy era lo peor. Una escoria que no merecía cosas buenas, y menos que menos, merecía a Hermione.
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Muda de Piel.
RomansaDurante el 5to año de Pansy Parkinson en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, todo cambió para ella. Luego de una tragedia en su familia deberá enfrentar cambios enormes: en su hogar, en su estilo de vida, en sus amistades y hasta en su forma...