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Pansy:

No soy tu amiga, antes prefiero tirarme

por la ventana de la torre de astronomía.

¿Hermione Granger había perdido completamente la cabeza? Sí. Pansy no estaba segura si había un corto circuito interno, alguna pieza rota por un fuerte golpe... hasta era posible estar ante la presencia de un nuevo virus que mata el raciocinio, que ya de normal es poco, en los estudiantes de Gryffindor. ¿Eran afirmaciones muy exageradas? ¡Para nada! ¡Granger había ido directo y sin titubeo a sentarse junto a Pansy en la clase de Historia de la Magia! El único que no estaba pálido y atónito ante esa situación era el profesor, que al ser un fantasma, no podía empalidecer como sus estudiantes (además, él nunca prestaba atención a nada más que su temario).

Pansy cruzó sus piernas mientras se enderezaba en el asiento. Fingía no darse cuenta de que tenía una Gryffindor a su lado e ignoraba las miradas que cada tanto les lanzaban a ambas la Comadreja Weasley y Cara Rajada Potter. Ella solía sentarse desde primer año en los últimos asientos de esa clase para poder limarse las uñas o comentar algún chisme con sus amigas sin interrupciones. Granger por otro lado, nunca se alejaba demasiado de los profesores y mucho menos de sus amigos. Así que no había excusa, ella quería sentarse a su lado. Lo más probable era que fuera consecuencia de lo sucedido la noche anterior. ¿Pero qué quería? Mientras pensaba esa interrogante, jugaba con uno de sus anillos. Ni se molestó en prestar atención a la clase de historia.

Un pájaro de papel voló hacia ella, revoloteó con gracia, dando un giro sobre sí mismo, y cayó sobre sus notas de la clase (que estaban en blanco, cabe aclarar). Al abrirlo, pudo leer: «¿Del 1 al Gryffindor qué tan bajo has caído? La respuesta está a tu derecha». A esta altura de la semana puede que Pansy haya iniciado a ser algo masoquista, porque le causó gracia la broma y tuvo que soltar una suave risa algo nostálgica. Aún si se metían con ella, era gracioso burlarse de un Gryffindor. Miró hacia su izquierda, allí estaba Daphne Greengrass y otros Slytherin de poca monta señalándola con disimulo y riéndose entre ellos. Claramente, eran los autores de la broma. Y a su derecha como bien decía la nota, estaba ella, espiándola. Un momento. ¡¿Espiándola?!

—¿El ratón de biblioteca es ahora una cotorra chismosa? —preguntó con sorna. Al mirar hacia Granger, la había encontrado con las manos en la masa, o con los ojos en el papel, leyendo lo que le habían mandado. La Gryffindor se puso roja, haciendo honor a su casa.

Como estaban a mitad de la clase, ya todos las ignoraban. La situación era el ejemplo perfecto sobre que las novedades y la fama son cada día más efímeras. A casi nadie le importaba en esos momentos que Granger estuviera a su lado. Potter y Weasley estaban en su propio mundo jugando sin prestar atención a lo que sucedía. Y hasta los Slytherin que le mandaron la nota ya estaban de nuevo parloteando entre ellos.

—No soy ninguna de esas dos cosas, Parkinson.

La nombrada se acomodó el cabello tras su oreja para poder verla mejor y sonrió de lado. Con la mirada le decía algo que se podría traducir como "y yo soy un unicornio, claro".

—Has conseguido en menos de dos horas que me caigas tan mal como siempre —refunfuñó Granger, mientras se acomodaba en el asiento y volvía a prestar atención a la clase.

—¡Oh, ya lo sé! —exclamó por lo bajo. Granger la miró por el rabillo del ojo con confusión y ella continuó—: Ayer te encariñaste conmigo. Viniste a ver si conseguías otro abrazo de mi parte —, la Gryffindor separó sus labios para protestar, pero fue cortada por Pansy—. ¿Sufres de falta de afecto? ¿Weasley no te da suficiente amor en la intimidad?

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora