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Pansy:

¡Y la copa de las casas es para...!

¡SLYTHERIN!

Ja, ya quisiéramos.

Maldito Dumbledore.

El fin de curso llegó. Pansy, Rachel y Sophie estaban subiendo las escaleras para ir hacia el Gran Comedor. Los resultados ya estaban definidos, y poco podía cambiar desde la última clase del día hasta la hora del banquete. Algún idiota siempre podía meterse en problemas, por supuesto, pero cinco puntos más o cinco puntos menos rara vez hacían la diferencia. Slytherin habría quedado en primer lugar de no ser por el altercado entre Pansy y Daphne, que consiguió que perdieran ochenta puntos de una tajada. Según la profesora McGonagall, e incluso Snape estuvo de acuerdo, no podían tolerar peleas como esa en una sala común, un espacio de sana convivencia, por lo que fueron descontados treinta puntos. Pero también, Hermione expuso el hostigamiento continuo que hizo Daphne, y Pansy, aunque sintió que traicionaba a su casa, lo confirmó, al igual que varios compañeros de Slytherin y de otras casas; esta vez, con McGonagall y Dumbledore presentes, Snape no pudo fingir indiferencia y otros cincuenta puntos fueron descontados a Slytherin. Con esto, Daphne consiguió que todos quisieran asesinarla. Nadie lo hizo, claro, no querían perder otros tantos ni ir a Azkaban, pero ganas no faltaron. Incluso Draco chilló en voz alta en la sala común por esto, diciéndole a Daphne que era una estúpida, y para empeorarlo, su hermana Astoria no la defendió.

Astoria era un caso curioso últimamente. Desde su primer año, con once años de edad, siempre siguió a su hermana mayor, defendiéndola y excusándola sin importar qué. Pansy hubiera dicho que sería más probable que un dragón jugara quidditch antes que la posibilidad de que Astoria no cuidara de su hermana mayor. Pero ese día que Draco le gritó a Daphne, sucedió esa improbabilidad. Astoria no la insultó, ni tampoco la miró con desdén, sino más bien, parecía decepcionada o incómoda por todo. Luego de ese suceso, prestando atención a las interacciones de los más populares de su casa, notó que en realidad Astoria parecía haber ganado su propia autonomía. Tenía curiosidad por ver qué tan diferente sería esa chica de Daphne a medida que pasara el tiempo, después de todo, ya tenía catorce años, y parecía estar madurando y formando sus propias ideas; incluso, parecía llevarse bien con Draco. Pansy le deseó suerte en su mente, porque seguro le tocaría tener sus propias y duras disputas con su hermana mayor...

—Estoy segura de que el director Dumbledore no se animará a darle casi cincuenta puntos a Gryffindor de la nada misma —comentó Sophie, mientras entraban al Gran Comedor.

—No lo tientes —contestó Pansy, viendo cómo estaban ya las mesas repletas de alumnos eufóricos—. En nuestro primer año les dio no diez, ni cincuenta, sino ciento setenta.

—Por Morgana, lloré tanto esa noche. ¡Fue tan injusto! —bufó Rachel.

Quizá llorar podría haber sido una reacción exagerada, ¡pero fueron las tres niñas de once y doce años cuando sucedió! Slytherin no había ganado porque sí, todos habían conseguido muchos puntos respondiendo correctamente en las asignaturas. Sí, puede que en Pociones, el profesor Snape regalara un poco más de lo habitual a su casa y aprovechara para descontarle a Gryffindor (y a Neville), ¡pero por favor, no habían hecho trampa, merecían ganar! Si Gryffindor había perdido antes de que Dumbledore agregara puntos de último minuto, fue porque no paraban de meterse en problemas, y más importante, porque no sabían ocultarse para que no los atrapen por sus líos.

Sin embargo, podía admitir... a regañadientes... que Dumbledore no estaba siendo del todo descabellado al haberle dado unos cuantos puntos a su novia por casi morir salvando el mundo mágico cuando tenía tan solo doce años, y bueno, a Harry, Ron y Neville de paso.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora