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Hermione:

¿Probaré esta noche el veneno impregnado 

en los colmillos de la serpiente?

Bajó silenciosa por las escaleras, hacia al patio de Hogwarts. Era de noche, no había nadie más que Hermione deambulando por los pasillos oscuros. Los retratos de las paredes la miraban curiosos, alguno que otro que la reconoció y la observó con desaprobación. Se sentía extraña por estar escabulléndose. Cuando rompía las reglas, solía tener la excusa de que lo hacía por otros, por Harry y Ron generalmente. Ahora mismo estaba solo ella rompiendo las reglas. Era su entera responsabilidad. Además, no era su día de vigilar los pasillos como prefecta, si un profesor la atrapaba estaría en problemas.

Dudó por casi una hora sobre si obedecer el pedido de Pansy, caminando de un lado al otro en la sala común de Gryffindor como león enjaulado, dividida entre lo correcto y lo incorrecto. Pero el vívido recuerdo de la Slytherin apoyándose en su espalda durante su salida en Hogsmeade, la impulsó a salir e ir a buscarla. La obedecía más por sus acciones que sus palabras; por el aliento cálido de Pansy golpeando su oído, esa agradable sensación del contraste de temperaturas por culpa del clima frío... Todavía la estremecía pensarlo. Le encantaba repetir ese momento en su mente, como si fuera un disco rayado.

El miedo y la emoción chocaban en su interior, pero mientras más se acercaba al patio, más ganaba el miedo y se apagaba la euforia que sentía. No se trataba de una reunión por diversión, Pansy se enojó por su descabellado plan. En el fondo, había algo en todo eso que a Hermione le gustaba. Es decir, no quería tener problemas con ella, pero sí adoraba que la defendiera. Fue una Slytherin valiente aquella tarde, cosa que era difícil de ver, una serpiente con actitudes de león. Nunca se defendió a sí misma de Daphne Greengrass, pero sí le puso un freno para proteger a Hermione. Sentía que el pecho le oprimía de forma agradable al darse cuenta de eso, que Pansy la estimaba tanto. La hacía feliz. Al menos hasta que recordaba, claro, que la alegría no era mutua. La mirada dura y llena de reproche que le dio luego de que Greengrass se fue, cómo la ignoró mientras hablaban con su grupo de amigos en Las Tres Escobas... Cuando pensaba en eso ya las cosas no eran tan bonitas, eran más bien una gota amarga que se extendía por su garganta, y caía en preguntarse: ¿Seguirá enojada? ¿Qué le diré? ¿Me perdonará?

Al llegar al patio, sintió un déjà vu. En la fuente se podía ver la silueta de alguien sentado. Era casi igual al día en que Pansy y ella se encontraron por accidente, el inicio de su amistad. Lo único diferente es que ahora ella no lloraba, sino que estaba con el cuerpo un poco inclinado hacia atrás, usando sus manos para mantenerse estable, y mirando hacia arriba; y que había un poco de nieve sobre las plantas y algunas partes donde no habían barrido. Pansy ni siquiera notó que ya no estaba sola. Por curiosidad, Hermione la imitó. Al cielo azul, salpicado con estrellas, se le sumaba que parecía estar enmarcado por las plantas y columnas del patio, como si fuera un cuadro enorme. Incluso se llegaba a divisar el techo de una de las torres del castillo a lo lejos. Hogwarts era enorme, imponente, hasta tétrico, pero en el centro tenía este patio, que parecía una ventana a lo hermoso. Hermione bajó la mirada a Pansy. Se la veía tranquila. Al estar quieta, podría haberla considerado una estatua más del lugar. Solo que ella era la más linda de todas. Su piel pálida, al igual que el mármol de la fuente, se teñía de ese azulado de la noche. Como el rostro de la Slytherin apuntaba hacia arriba, detalló el resto de ella sin culpa. Vestía diferente que en Hogsmeade, un buzo ajustado y liso de color gris, pantalones, y unas zapatillas. Debía ser el día que más informal la había visto hasta la fecha. No llevaba más en sus manos que su característico anillo de plata. Buscó en su cuello algún collar, pero nada, ni eso, ni aros en sus orejas... ¿Estaría maquillada? No estaba lo suficiente cerca, ni había suficiente iluminación, como para saberlo.

Muda de Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora