Capítulo 36

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- Nos arriesgaremos, Sybill - dijo impaciente la profesora McGonagall -
Por favor siéntate, el pavo se enfría.

A veces esa profesora me parece muy molesta, siempre prediciendo muertes, tal vez es algo gracioso para ella.

La profesora Trelawney dudó, luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, la profesora McGonagall introdujo un cucharón en la fuente más próxima.

- ¿Quieres callos, Sybill?

La profesora Trelawney no le hizo caso, volvió a abrir los ojos, echó un vistazo a su alrededor y dijo.

- Pero ¿dónde está mi querido profesor Lupin?

- Me temo que ha sufrido una recaída - dijo Dumbledore, animando a todos a que se sirvieran - Es una pena que haya ocurrido el día de Navidad.

- Pero seguro que ya lo sabías, Sybill.

- Por supuesto que lo sabía, Minerva - dijo en voz baja - Pero no quiero alardear de saberlo todo, a menudo obro como si no estuviera en posesión del ojo interior, para no poner nerviosos a los demás.

- Eso explica muchas cosas - respondió la profesora McGonagall.

La profesora Trelawney elevó la voz:

- Si te interesa saberlo, he visto que el profesor Lupin nos dejará pronto. él mismo parece comprender que le queda poco tiempo, cuando me ofrecí a ver su destino en la bola de cristal, huyó – solté una leve risa, parece que le encanta su trabajo.

- Me lo imagino.

- Dudo - observó Dumbledore, con una voz alegre pero fuerte que puso fin a la conversación entre las profesoras McGonagall y Trelawney - Que el profesor Lupin esté en peligro inminente, Severus ¿has vuelto a hacerle la poción?

- Sí, señor director - dijo Snape.

- Bien - dijo Dumbledore - Entonces se levantará y dará una vuelta por ahí en cualquier momento, Derek, ¿has probado las salchichas? Son estupendas.

El muchacho de primer curso enrojeció intensamente porque Dumbledore se había dirigido directamente a él, y tomó la fuente de salchichas con manos temblorosas.

La profesora Trelawney se comportó casi con normalidad hasta que dos horas después, terminó la comida.

Aturdidos con el banquete y tocados con los gorros que habían salido de los cohetes sorpresa, Harry, Ron y yo fuimos los primeros en levantarnos de la mesa, y la profesora dio un grito.

- ¡Queridos míos! ¿Quién de los tres se ha levantado primero? ¿Quién?

- No sé - dijo Ron, mirando a Harry y a mí con inquietud.

- Dudo que haya mucha diferencia - dijo la profesora McGonagall fríamente - A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.

- ¿Vienes? – pregunte a Hermione.

- No - contestó Hermione - Tengo que hablar con la profesora McGonagall.

- Probablemente para saber si puede darnos más clases - bostezó Ron.

Salimos del Gran Comedor, comprobamos que no hubiera un loco con un hacha esperándonos y nos fuimos.

- Oigan no quiero estar sola en mi sala común ¿Puedo ir con ustedes solo un momento?

- No lo sé – dijo Ron dudando - ¿Cómo sabemos que eres confiable? – me pregunto burlón.

- ¿Desconfías de mi Weasley? – fingí indignación.

- Es por precaución.

- Claro que puedes venir, al fin y al cabo, nadie te vera entrar a la Sala Común.

- Gracias Potter – lo abrace – ves Weasley él si es mi amigo – le enseñe la lengua.

Cuando llegamos a donde se supone esta la Sala Común de Gryffindor, nos encontramos a Sir. Cadogan celebrando la Navidad con un par de monjes, antiguos directores de Hogwarts y su robusto caballo, se levantó la visera de la celada y les ofreció un brindis con una jarra de hidromiel.

- ¡Felices hip, Pascuas! ¿La contraseña?

- «Vil bellaco» - dijo Ron – No le digas a nadie – me amenazo.

- No mami – me burle de él, solo me sonrió.

- ¡Lo mismo que vos, señor! - exclamó Sir. Cadogan, al mismo tiempo que el cuadro se abría hacia delante para darnos el paso.

La Sala Común de Gryffindor era muy acogedora, y muy linda, fui a sentarme frente a la chimenea.

- No te pases como si estuvieras en tu casa.

- Uy perdón Ronald.

Harry subió a su dormitorio, y regreso con la Saeta de Fuego y el equipo de mantenimiento de escobas mágicas que le había regalado para su cumpleaños, bajó con todo y se puso a mirar si podía hacerle algo a la escoba.

Él y Ron se limitaron a sentarse y a admirarla desde cada ángulo.

- ¿Se van a pasar viendo la escoba todo el día?

- Si - contestaron los dos.

El agujero del retrato se abrió y Hermione apareció acompañada por la profesora McGonagall.





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Slytherin's MasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora