Capítulo 5

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El expreso de Hogwarts seguía hacia el norte, sin detenerse. Y el paisaje que se veía por las ventanas se fue volviendo más agreste y oscuro mientras aumentaban las nubes.

La lluvia arreciaba a medida que el tren avanzaba, las ventanillas eran ahora de un gris brillante que se oscurecía poco a poco, hasta que encendieron las luces que había a lo largo del pasillo y en el techo de los compartimentos.

Me encontraba leyendo el nuevo libro de Transformaciones, pero el tren empezó a reducir la velocidad, trataba de mirar por la ventana, pero la espesa niebla no dejaba ver nada en absoluto.

El tren se paró con una sacudida, y distintos golpes testimoniaron que algunos baúles se habían caído de los portaequipajes, sin previo aviso, se apagaron todas las luces quedando sumidos en una oscuridad total.

Unos seres muy raros entraron al vagón, con cada paso que daban absorbían todo rastro de felicidad, dejando un ambiente muy triste y frio, muchos se asustaron sin saber lo que ocurría, pero solo estuvieron un momento buscando quien sabe qué y se fueron.

No entendía por qué estaban en el expreso de Hogwarts, era muy raro, me quede un buen rato pensando con la vista fija en el libro, pero alguien irrumpió mi concentración.

- Eres muy rara Lestrange – se sentó quedando enfrente mío – ¿Que lees? – su rosto no mostraba ninguna expresión.

- ¿Ahora qué quieres Malfoy? Debes de estar muy aburrido para venir a molestarme – deje de mi libro y lo voltee a ver.

- Sí, estoy algo aburrido – una mirada pícara apareció.

- ¿Tu novia Pansy no te complace? – casi suelto una carcajada por la cara que puso, pero mi ego me contuvo.

- ¡Deberías irte a cambiar Lestrange! – y se marchó con una mirada seria.

Llegamos a Hogsmeade y bajamos del expreso.

Me dispuse a subir de mala gana a la carroza con otros miembros de Slytherin donde estaban Greengrass y Millicent Bulstrode, en la carroza de enfrente estaban Crabbe, Goyle, Malfoy y Parkinson, quienes estaban a las carcajadas secreteándose algo.

El carruaje tomó velocidad por el largo y empinado camino que llevaba al castillo, al bajar escuche una voz que arrastraba alegremente las sílabas.

- ¿Te has desmayado Potter? ¿Es verdad lo que dice Longbottom? ¿Realmente te desmayaste? - lo dijo suficientemente alto para que todos los de Slytherin se burlaran de él.

- Cállate Malfoy ¡Déjalo en paz! – me acerqué a ellos tan pronto como pude.

- Mira Potter, tu novia te defiende – se empezó a reír Malfoy.

- ¡Lárgate Malfoy! - dijo Ron con las mandíbulas apretadas.

- ¿Estas celoso de que Potter sea mi novio? – al decir esto último todos me voltearon a ver, sabía que entre Harry y yo solo había una bonita amistad, pero no podía perder la oportunidad de molestar a Malfoy.

- ¿Enserio son novios? – pregunto el rubio un tanto molesto con cara de asco.

- ¿Acaso te importa Malfoy? – sabía que lo incomodaba y eso me gustaba, dar motivos para que nadie se metiera conmigo.

Iba a responder, pero alguien lo interrumpió.

- ¿Hay algún problema? - preguntó una voz amable. Era un tipo joven pero muy pálido.

Malfoy dirigió una mirada insolente, vio los remiendos de su ropa y su maleta desvencijada, con cierto sarcasmo en la voz, dijo.

- Oh, no, eh... profesor...

Entonces dirigió a Crabbe y Goyle una sonrisita, y subieron los tres hacia el castillo.

Les hice una señal a los chicos con la intención de que avanzáramos hacia el interior del castillo.

Uniéndonos a la multitud apiñada en la parte superior, a través de las gigantescas puertas de roble, y en el interior del vestíbulo, que estaba iluminado con antorchas y acogía una magnífica escalera de mármol que conducía a los pisos superiores.

Apenas compartíamos una que otra palabra, pero los cuatro estábamos felices de vernos.

A la derecha, estaba la puerta que daba al Gran Comedor. Seguíamos a la multitud, pero apenas y vi el techo encantado que aquella noche estaba negro y nublado, cuando llamó una voz.

- ¡Potter, Granger, quiero hablar con ustedes!

Harry y Hermione dieron media vuelta, sorprendidos. La profesora McGonagall era quien los llamaba. Había algo en la profesora que solía hacer que sintiera que habían hecho algo malo.

- No tienen que poner esa cara de asustados, sólo quiero hablar con ustedes en mi despacho - les dijo - Vayan con los demás, Weasley y Lestrange.

- Vamos Ron – entramos al gran comedor – Adiós – dije con un saludo en mi mano y cada uno fuimos a nuestras respectivas mesas.

Slytherin's MasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora