Capítulo 8

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- Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas — dijo alegremente Hermione.

- Hermione - dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando detrás de ella - Se han confundido con tu horario. Mira te han apuntado para unas diez asignaturas al día. No hay tiempo suficiente.

- Ya me acoplare, lo he resuelto con la profesora McGonagall.

- Pero mira - dijo Ron riendo - ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... - Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer - mira Aritmancia, todo a las nueve.

- Sé que eres muy buena estudiante Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto – le dije.

- ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez? – pregunto Ron.

- No seas tonto - dijo Hermione bruscamente - Por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.

- Bueno, entonces...

- Pásame la mermelada - me pidió Hermione.

- Pero...

- ¿Y a ti qué te importa si mi horario está un poco apretado Ron?  - dijo Hermione - Ya te he dicho que lo he arreglado todo con la profesora McGonagall.

En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor. Llevaba puesto su abrigo largo de ratina y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.

- ¿Todo bien? - dijo con entusiasmo deteniéndose camino de la mesa de los profesores - ¡Están en mi primera clase! ¡Inmediatamente después del almuerzo! Me he levantado a las cinco para prepararlo todo. Espero que esté bien... Yo profesor... francamente...

Nos dirigió una amplia sonrisa y se fue hacia la mesa de los profesores, balanceando el turón.

- Me pregunto qué habrá preparado – dije con curiosidad.

El Gran Comedor se vaciaba a medida que la gente se marchaba a la primera clase, Ron comprobó el horario.

- Lo mejor será que vayamos ya. Miren el aula de Adivinación está en el último piso de la torre norte. Tardaremos unos diez minutos en llegar... – dije apresurándolos.

Terminaron aprisa el desayuno, nos despedimos de Fred y de George, y atravesamos el Gran Comedor.

Al pasar al lado de la mesa de Slytherin, Malfoy volvió a repetir la pantomima, las estruendosas carcajadas acompañaron a Harry hasta el vestíbulo.

Yo solo lo mire mal, y él me devolvió una sonrisa de victoria.

El trayecto hasta la torre norte era largo, los dos años que llevábamos en Hogwarts no habían bastado para conocer todo el castillo, y ni siquiera habíamos estado nunca en el interior de la torre norte.

- Tiene... que... haber... un atajo - dijo Ron jadeando, mientras subíamos la séptima larga escalera y salíamos a un rellano que veíamos por primera vez y donde lo único que había era un cuadro grande que representaba únicamente un campo de hierba.

- Me parece que es por aquí - dijo Hermione, echando un vistazo al corredor desierto que había a la derecha.

- Imposible - dijo Ron - Eso es el sur, mira por la ventana puedes ver una parte del lago...

Observe el cuadro, un grueso caballo tordo acababa de entrar en el campo despreocupadamente.

Un momento después, haciendo un ruido metálico, entró en el cuadro un caballero rechoncho y bajito, vestido con armadura, persiguiendo al caballo. A juzgar por las manchas de hierba que había en sus rodilleras de hierro, acababa de caerse.

- ¡Pardiez! - gritó, viéndonos a los cuatro - ¿Quiénes son estos villanos que osan internarse en mis dominios? ¿Acaso os mofáis de mi caída? ¡Desenvainad, bellacos!

Nos asombramos al ver que el pequeño caballero sacaba la espada de la vaina y la blandía con violencia saltando furiosamente arriba y abajo.

Pero la espada era demasiado larga para él, un movimiento demasiado violento le hizo perder el equilibrio y cayó de bruces en la hierba.

- ¿Se encuentra usted bien? - preguntó Harry, acercándose al cuadro.

- ¡Atrás, vil bellaco! ¡Atrás, malandrín!



Sir. Cadogan en muy gracioso jsjs
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Saludos de una Ravenclaw

Slytherin's MasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora