Capítulo 9

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- Disculpe - hable aprovechando que el caballero estaba exhausto - estamos buscando la torre norte ¿Por casualidad conoce usted el camino?

- ¡Una empresa! - La ira del caballero desapareció al instante. Se puso de pie haciendo un ruido metálico y exclamó - ¡Vamos, seguidme, queridos amigos, y hallaremos lo que buscamos o pereceremos en el empeño! - Volvió a tirar de la espada sin ningún resultado, intentó, pero no pudo montar en el caballo, y exclamó - ¡A pie pues, bravos caballeros y gentiles señoritas! ¡Vamos!

Y corrió por el lado izquierdo del marco, haciendo un fuerte ruido metálico, corrimos tras él por el pasillo, siguiendo el sonido de su armadura. De vez en cuando lo veíamos delante, cruzando un cuadro.

- ¡Endureced vuestros corazones, lo peor está aún por llegar!  - gritó el caballero, y lo volvimos a ver enfrente de un grupo alarmado de mujeres, cuyo cuadro colgaba en el muro de una estrecha escalera de caracol.

Jadeando, Harry, Ron, Hermione y yo subíamos los escalones mareándonos cada vez más, hasta que escuchamos un murmullo de voces por encima de nosotros y nos dimos cuenta de que habíamos llegado al aula.

- ¡Adiós! - gritó asomando la cabeza por el cuadro de unos monjes de aspecto siniestro - ¡Adiós, compañeros de armas! ¡Si en alguna ocasión necesitáis un corazón noble y un temple de acero, llamad a Sir Cadogan!

- Sí lo haremos - murmuró Ron cuando desapareció el caballero - Si alguna vez necesitamos a un chiflado.

- Vamos Ron no estuvo tan mal, tal vez este un poco loco, pero nos trajo a tiempo – respondí recuperando un poco de aliento por el largo camino.

Subimos los escalones que restaban saliendo a un rellano diminuto en el que ya aguardaba la mayoría de la clase. No había ninguna puerta, Ron señaló al techo, donde había una trampilla circular con una placa de bronce.

- Sybill Trelawney, profesora de Adivinación – leí.

- ¿Cómo vamos a subir ahí? – pregunto Harry.

Como en respuesta a su pregunta, la trampilla se abrió de repente y una escalera plateada descendió hasta los pies de Harry, todos se quedaron en silencio.

- Tú primero - dijo Ron con una sonrisa, y Harry subió por la escalera delante de los demás.

El aula tenía el aspecto más extraño que había visto en mi vida. No se parecía en nada a un aula, era algo a medio camino entre un ático y un viejo salón de té.

Al menos veinte mesas circulares, redondas y pequeñas se apretujaban dentro del aula, todas rodeadas de sillones tapizados con tela de colores y de cojines pequeños y redondos.

Las estanterías de las paredes circulares estaban llenas de plumas polvorientas, cabos de vela, muchas barajas viejas, infinitas bolas de cristal y una gran cantidad de tazas de té.

- ¿Dónde está la profesora? - preguntó Ron.

De repente salió de las sombras una voz suave.

- Bienvenidos - dijo - Es un placer verlos por fin en el mundo físico.

La profesora Trelawney se acercó a la chimenea, era sumamente delgada, sus grandes gafas aumentaban varias veces el tamaño de sus ojos y llevaba puesto un chal de gasa con lentejuelas.

De su cuello largo y delgado colgaban innumerables collares de cuentas, y tenía las manos llenas de anillos y los brazos de pulseras.

- Siéntense mis niños, siéntense -  todos se encaramaron torpemente a los sillones, los cuatro nos sentamos en la misma mesa redonda.

- Bienvenidos a la clase de Adivinación - se había sentado en un sillón de orejas delante del fuego - Soy la profesora Trelawney, seguramente es la primera vez que me ven. Noto que descender muy a menudo al bullicio del colegio principal nubla mi ojo interior.

Nadie dijo nada ante esta extraordinaria declaración. Nos explicó que veríamos en los tres cursos de su materia, mientras daba unas ¿predicciones?

Después nos puso en parejas para trabajar en la lectura de las hojas de té. Yo estaba trabajando con Hermione, y al parecer ninguna de las dos le parecía fascinante la adivinación.

- Bueno, hay una especie de cruz torcida… - dijo Harry consultando Disipar las nieblas del futuro - Eso significa que vas a pasar sufrimientos... Lo siento... Pero hay algo que podría ser el sol, espera eso significa mucha felicidad... Así que vas a sufrir, pero vas a ser muy feliz...

- Si te interesa mi opinión, tendrían que revisarte el ojo interior —dijo Ron, tuvimos que contener la risa cuando la profesora Trelawney nos miró.

- Ahora me toca a mí... - Ron miró con detenimiento la taza de Harry, arrugando la frente a causa del esfuerzo - Hay una mancha en forma de sombrero hongo, a lo mejor vas a trabajar para el Ministerio de Magia... - Volvió la taza - Pero por este lado parece más bien como una bellota... ¿Qué es eso? – ya no aguantaba más, si Ron seguía hablando estallaría a carcajadas y ni hablar de Hermione - Oro inesperado, como caído del cielo, estupendo me podrás prestar y aquí hay algo - volvió a girar la taza - Que parece un animal, si, si esto es su cabeza... parece un hipo..., no, una oveja...

La profesora Trelawney dio media vuelta al oír la carcajada de Harry y mía.


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