3-58

225 24 55
                                        

Anthony se estaba tomando nuestra nueva situación con mucha normalidad, me daba demasiado espacio. Seguía con él en la gira pero cada quien por su cuenta, me dejaba a Matías y se iba, convivíamos muy poco. ¿Me estaba castigando por no rogarle que volviéramos?

A los poco días regresamos a nuestra casa, tenia algunos días libres y cuando eso sucedía prefería volver que quedarse en hoteles. Realmente parecíamos amigos y no sabía cómo tomarme esto, me estaba empezando a preocupar.

Entre a mi habitación y lo encontré sacando todas sus cosas del vestidor.

–Me mudo a la habitación de a lado– sonrió al verme. ¿Estaba feliz con esto? Aunque fue mi estupida decisión para "castigarlo" por botarme, era yo la que está sufriendo por esto.

–No dejes nada– bromee para ocultar mi frustración y fui a acostarme en mi cama mientras lo escuchaba como sacaba sus cosas.

–¿Te sientes mal?– se acercó y me acarició el cabello.

–No, solo estoy cansada del viaje– Asintió y siguió sacando todas sus cosas, lo que es todo. Mi armario ahora se veía vacío.

Casi al caer la noche Matías llegó a mi habitación, me propuso que viéramos películas y comiéramos palomitas, acepté enseguida aunque probablemente
me quedaría dormida, llega una edad que es imposible evitarlo.

Baje para hacer las palomitas y vi a anthony salir de su habitación súper arreglado. Bañado, peinado, perfumado... guapísimo diría yo. Llevaba un pantalón blanco, una camisa blanca y un saco color azul marino con algunas rayas. ¿Y este pa' donde es que va?

Me mordí la lengua para evitar preguntarle algo. Seguí en lo mío, buscando los paquetes de palomitas para ponerlo en el microhondas.

–Voy a salir– se acercó a la barra de la cocina.

Que bueno, nadie te pregunto– pensé.

–Que te vaya bien– trate de sonar lo más normal que pude.

–Cualquier cosa me llamas– sonrió y se fue.

Maldito. Me carcomían las ganas de preguntarle para donde va pero soy fuerte, puedo con esto. Aunque mi mente me hizo imaginarme un montón de escenarios.

Volví con Matías y vimos "Cars", ya me sabía hasta los diálogos de la infinidad de veces que me ha hecho verla con él. Pusimos una segunda película pero a la mitad mi bebé cayó rendido, cabe resaltar que nunca olvide que anthony estaba en la calle con quien sabe quien.

Tome mi celular y entre a instagram, empecé a ver las historias de algunos amigos y su noche divertida mientras yo estaba aquí viendo películas animadas con mi hijo. Sin yo buscar, me aparecieron las historias de uno de los amigos de anthony. El muy desgraciado estaba en un bar tomando con sus amigos mientras tenía a la mujer embarazada en casa y no solo eran amigos, había mujeres totalmente desconocidas para mi con ellos. Estaba muy contento el desgraciado.

Me enfurecí, no lo pude evitar pero no podía reclamarle nada por que ahora solo éramos "amigos".

Piensa Debora, piensa.

Perdóname señor por lo voy a hacer...

Busque a la señora del servicio que siempre estaba en la casa, era todologa. Cuidaba de la casa, aveces de Matías cuando no estaba su nana, de nosotros. Era la verdadera señora de esta casa, me llevaba muy bien con ella así que le pedí un pequeño favorsito.

En media hora escuche a anthony abrir la puerta principal, entró apurado a la casa, subiendo las escaleras de dos en dos y entró a mi cuarto como si fuera Spiderman.

–¿y Tu que?– le pregunte extrañada por su entrada triunfal.

–Me llamó rosalin... me dijo que te sentías mal– no podía con su cara de preocupación. Soy lo peor.

–Si pero del estómago por comer tantas palomitas. Le comenté quizá... no se que se imagino.

–Por Dios, que susto– se recargó en el marco de la puerta.

–Siento que te hayan arruinado tus planes.

–Nada es más importante que ustedes– díselo a la rubia con la que bailabas. –¿Segura estas bien?– se me acercó pero detecté un olor a cigarro que me revolvió el estómago.

–Estaba en un bar y fumaban ahí, lo siento– se quitó la chamarra y se alejó de mi.–Voy a darme un baño y regreso.

Quería reclamarle mil cosas y decirle que ya no me gustaba este jueguito, que él era mío. Quería llorar de la impotencia. Soy una estupida.

Y si... comencé a llorar. –¿Que pasa?– anthony volvió recién bañado y con su pijama puesta.

–Nada– me limpie la cara y fingí estar bien.

Me analizo y se quedo callado. Tomo a Matías entre sus brazos y lo llevo a su habitación. Pensé que ahí quedaría todo pero volvió y se sentó a mi lado.

–¿Que pasa debby? Habla conmigo.

Pasa que te amo estupido. Solté un suspiro y agaché la mirada, no quería hablar con él.

–Dime– levantó mi rostro poniendo un dedo en mi mentón.

–Tengo miedo anthony... miedo de que pase lo mismo de nuevo, miedo de tantas cosas...

–Todo va a salir bien, vamos a ir al doctor, vamos a checar que todo vaya bien para que tú estés tranquila, para que los dos estemos tranquilos. Estoy contigo mi amor.

–No te quiero perder...

–No me vas a perder, cambio la situación pero estoy aquí, contigo.

–No quiero ser tu amiga– quiero dejar de llorar pero no puedo.

Sonrió pero siguió con la misma postura. Me quería hacer sufrido el maldito.

–Es lo mejor por ahora... sabes que mi amor y mi cariño por ti nunca va a terminar, eres la mamá de mis hijos y eso te pone por encima de todo.

–Vete... por favor vete.

–Deb, lo que quise decir fue que...

–Anthony vete, por favor... no quiero hablar más contigo. Ve, divierte con quien quieras, has lo que quieras...

–Deb...

–Ya por favor... por favor...– lo presione para que saliera de mi habitación y por fin lo hizo.

Soy una estupida, la más grande de todas. Que estupida, una idiota. Le deje el camino libre para que haga lo que quiera por jugar a la interesante me gane esto. Soy una pendeja.

Él no quiere volver conmigo y yo me estoy muriendo por volver con él, por abrazarlo, por besarlo...

Clandestino t3-t4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora