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La iglú era pequeña pero bastante cómoda y acogedora. Realmente me sentía feliz de estar en un lugar como este, tan diferente a todo lo que estoy acostumbrada.

Había anochecido y por hoy no habíamos podido hacer nada, sería hasta mañana que haríamos ciertas actividades. Nos llevaron de cenar algo típico de ahí, no sabía que era pero sabía bien.

–Oye, ven aquí – me señaló anthony para que me sentara a su lado en el suelo frente a la chimenea. Le hice caso y me senté junto a él.

Se veía tan tranquilo, relajado, con la barba crecida de algunos días y su cabello un poco despeinado. Sostenía un vaso con un líquido color Ámbar mientras veía el fuego de la chimenea.

–¿Que?– me pregunto sonriendo.

–Que me gustas– le sonreí y arqueó una ceja mientras le daba un trago a su vino.

–Si no te gustará no tendrías 3 hijos conmigo– sonrió.

–Podría decirte muchas cosas para herir tu ego pero yo no vine aquí a pelear– le toque la punta de sus nariz con mi dedo.

–También me gustas debby, mucho...– paso su mano por mi cuello y me acerco para besarme apasionadamente, recorriendo con su lengua cada rincón de mi boca. Nos separamos y ambos sonreímos.

–¿Sabias que te amo?– acaricie su barba y él asintió y me dio un beso en la mano. –Yo te amo más– respondió.

Éramos demasiada miel.

–Quiero hacer algo que creo no he hecho...

–¿La posición del helicóptero?– me empecé a reír.

–¿Cual es esa? – negó con la cabeza riéndose y encogiendo los hombros por que no te idea de lo que estaba hablando.

–Quiero pedirte perdón... por que soy consiente que nuestras separaciones las he causado yo y eso me atormenta cada día.

–Te perdono y perdóname a mi por ser tan cabeza dura. Por que me equivoqué de camino y me sentía tan confundido cuando nos separamos que... me costaba admitir que eres y serás la mujer más importante en mi vida. Perdóname por todas las humillaciones y por romperte el corazón una y otra vez.

–Va a sonar estúpidamente cursi pero... Solo tú puedes curar y pegar cada pedazo de mi corazón.

–Eso voy a hacer mi amor– tomo mis manos entre las suyas y sonrió. –¿Puedo preguntarte algo? Y quiero que seas sincera conmigo.– se veía nervioso.– Y lo que me respondas no va a afectar esto.

–¿Que quieres saber?

–Mientras estuvimos separados... ¿tuviste alguna relación con alguien? ¿Conociste a alguien? Por que se que al igual que yo, eres muy sex...– me empece a reír.

–¿Soy muy que?

–Sexual... Y se que siempre estoy al pendiente de ti pero encuentras la forma de ocultarme cosas y simplemente quiero saberlo.

–¿Me estás diciendo que soy una ninfomana y calenturienta?– me reí.

– ¿Me equivocó?

–No, anthony no conocí a nadie. Y yo mejor no pregunto por que no quiero escuchar la respuesta. – se rio avergonzado.

–¿Ni... David?

–Solo nos besamos una o dos veces.

–Ok– Se puso serio y le dio un trago largo a su vino.

–Si lo que quieres saber es si he tenido relaciones con alguien, es no. Desde que me quede viuda solo he estado contigo y con mi consolador... pero pensando en ti– me reí.

Y él soltó una carcajada.

–¿Pensando en mi? – Se mordió los labios lanzándome una mirada seductora.

Cerré los ojos y suspiré afirmando con la cabeza.

–Muéstrame como lo hacías...– abrí los ojos de golpe.

–No anthony, no seas indecente– me reí.

Me jalo por la cintura y me sentó encima de él, haciendo que mis piernas se enredaran en su cintura.

–Cuéntame que te imaginabas– me susurró al oído. 

–Me imaginaba tus manos acariciando mi cuerpo...– sus manos se deslizaron por mi espalda.–Tu lengua recorriendo mi garganta.

–¿Así?– tomó un puñado de cabello y jalo mi cabeza hacia atrás mientras pasaba su lengua por toda mi garganta hasta llegar a mi boca. – Quiero borrar sus besos de tu boca– me beso, era un beso hambriento, desesperado y apasionado.

–Nadie va a besarte como yo... nadie va a tocarte como yo...–levanto mi blusa y me la saco.– Nadie va a hacerte perder cordura como yo... – me susurro al oído y dejo su aliento por mi cuello hasta llegar a mi pecho dejando pequeños besos húmedos delineando el borde de mi sostén.– Nadie, nunca nadie por que eres Mía, Mía...– me tomo por la cintura y me acostó en el piso.

Me encantaba y me volvía loca ese Anthony posesivo.

Tomo mi pantalón y lo deslizo por mis piernas. Su mirada oscurecida y pasional hacía que me temblaran las piernas sin siquiera tocarme. Se quitó la camisa y su pantalón sin dejar de observarme. Me sentía inexplicablemente sexy bajo su mirada. Solo él podía sacar mi lado más atrevido y pervertido. Tomo mi pie izquierdo y lo acaricio para después tomar mi pierna, subirla a su hombro y dejar un hilo de besos hasta llegar a mi entrepierna.

No pude evitar soltar un gemido, cerrar los ojos, morderme los labios y tomar su cabello entre mi manos.

–¿Te gusta?– me pregunto observándome.

No le respondí solo apreté su cabello con mas fuerza para que se callara y siguiera en lo suyo. Me observo y sonrió con maldad mientras gateaba hacia mi para besarme con lentitud pero con precisión.

Sentí su invasión en mi interior y en automático mis piernas se enredaron en su cadera.

–Después de mi nadie. Después de ti nadie– me susurro entre jadeos.

Sus movimientos eran tan intensos y deliciosos que me hacía ver a Júpiter sin sacarme al espacio. Con todos esos trucos sucios suyos me hechizo y después con sus poesías me enamoro.

Amaba deslizar mi lengua por su cuello, morder sus hombros, encajarle mis uñas en su espalda, tocar su piel... su sudor era como miel para mi.

–¿Eres mío?– Aun en esta situación no podía sacarme a su ex de la cabeza y de cuantas veces se lo cogio.

–Siempre he sido tuyo... estaba con ella pensando en ti.– No pude digerir lo que me dijo por el fuerte orgasmo que me invadió.

Clandestino t3-t4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora