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–Mi amor...– sentí como alguien acariciaba mi cabello.– Mi vida despierta...

Era su voz... Abri los ojos de golpe pero aún me sentía adormilado. Me había quedado dormido encima de sus piernas. Levante mi cabeza y vi su rostro, estaba sonriéndome.

No estábamos en el hospital, Estábamos como en un parque, sentados en una banca. Ella llevaba un vestido blanco con líneas doradas que le quedaba un poco holgado. Llevaba su cabello recogido en una coleta alta. Se veía bien. Recuperada.

–¿Estas bien?– le pregunte tomando su rostro entre mis manos.

–Mejor que nunca– Me sonrió y pasó una mano por mi cabello.

–Te amo– solté al verla a los ojos.– Te amo con todo mi ser debora. Perdóname... 

–Shttt– puso un dedo en mis labios.– Yo se que me amas pero no tanto como yo te amo a ti...– sonrió.

–Pensé que iba a perderte, me estaba volviendo loco– me acerqué a ella y la abracé con fuerza.

–Anthony, siempre voy a estar a tu lado– me tomo de las manos.– Tienes que ser fuerte mi amor...

–¿Fuerte para que?– pregunte asustado.

–Para lo inevitable... Mi lugar ya no es aquí y aunque esto parezca una despedida no lo es mi amor, es un hasta pronto... por que te buscare en otra vida, en el cielo o en el infierno... No lo sé... o simplemente estaré velando por ti siempre.

Me sentía desesperado, perdido, triste... y otra vez las putas lágrimas empezaron a salirse solas. Me sentía como un niño pequeño desconsolado.

–Debora, no puedes dejarnos mami por favor...– le supliqué llorando.

– no es mi decisión... tienes que prometerme que vas a estar bien. Que vas a cuidar de nuestros hijos para que yo pueda irme tranquila– acaricio mi cabello en repetidas ocasiones.

– No te voy a prometer nada por que no quiero que te vayas.

–Si no lo haces simplemente voy a permanecer ahí, en una cama de hospital sin ningún progreso. Yo tampoco quisiera irme... me gustaría ver a mis hijos crecer... verte envejecer aunque no sea a mi lado... pero... Recuérdales cada día lo mucho que los amo.

–Pero nada debora. ¿Por que estas rindiéndote? Tú eres fuerte, ¿Vas a dejar que me vaya con cualquier bruja por ahí?– se rio y me abrazo.

–Quiero que seas feliz Anthony. Con la mujer que tú decidas pero que te haga feliz como yo no pude hacerlo pero sobre todo que quiera a nuestros hijos.

–Yo era feliz contigo...

– no lo eras... cometí muchos errores que te hacían el replantearte si yo era la persona correcta para ti. 

–Lo eres debby, lo eres. Y te amo, te amo. Eres el amor de mi vida, mi musa, mi mujer, mi todo... 

–Tuvimos muchas oportunidades y esta es la última. Quisiera poderme expresar de la manera correcta y entiendas lo mucho que significas para mi pero aquí el poeta eres tú... – me sonrió acariciado mi mejilla.–Eres y serás el amor de mi vida, en esta vida y en las que sigan...

–Mi amor... perdóname por ser un imbecil por cegarme y no escucharte, por lastimarte, por hacerte sentir que no eras mi prioridad... quiero decirte tantas cosas pero– el nudo en la garganta y las lágrimas no me permitía continuar. Me dejé caer al suelo y recargue mi cabeza en sus piernas, aferrándome a ella.

–Te perdonó y espero tu me perdones a mi por mis errores.

Seguí llorando, no la quería dejar ir.

–No llores más mi Cachorrito...– acaricio mi cabello, deslizó sus manos por mi cara para que la observara. Se deslizó por la banca y se sentó en el suelo junto conmigo.

Amor vitae meae...– Tomo mi rostro entre manos y me beso.

Fue algo tan extraño, fue un momento mágico. Me transmitió tanta paz, tranquilidad, armonía. Mi visión se cegó por una luz blanca... estaba listo para dejarla ir. Inexplicablemente entendí que una sola vida no nos bastaría para estar juntos.

Abrí los ojos.

–Papi, despieta– era anthonella dándome Palmaditas en la cara. Sonreí al verla.

–Mi princesa– Me limpie lo ojos y la abracé.

–¿Tabas llorando? ¿Mami va tar Bien?– voltee a verla y seguía en el mismo estado.

–No lo sé, mi amor.

El doctor me explicó que el movimiento de su mano pudo ser un simple reflejo de su cuerpo, que aún no había mejoría y que quizás no lo abría.

–Dale un beso para que despiete– me suplico mi pequeña e inocente hija.

Suspire y me acerqué a Deb.

–Lucha mi amor, tú puedes con esto bebecita– le susurré al oído y bese sus labios.

Anthonella esperaba que su mami reaccionara y me partía el corazón que no fuera así. Se cruzó de brazos y se dio media vuelta caminando decidida hacia la salida.

–¿A donde vas?– le pregunte.

–Por bavid, tú no eres su pincipe.–Me reí en vez de enojarme. Mi hija solo quiere que su mamá despierte y está buscando la mejor opción.

Salí junto con ella y me reuní con Matías que estaba destrozado. Me partía el corazón verlo así. Era demasiado unido con su mamá, a pesar que antes de la separación el y yo teníamos muy buena relación, siempre fue el niño consentido de mamá.

–¿Puedo verla?– me pregunto. Asentí y lo acompañe al cuarto. –¿No va a despertar cierto?– me pregunto mientras le acariciaba la cara.

–Tengamos fé... y pidámosle mucho a Dios por que la dejé con nosotros.

Matty y yo empezamos a orar junto a Deb. A pesar del sueño tan revelador que tuve, no pierdo la esperanza.

"Papá Alaric por favor no te la lleves, ayúdame por favor" escuche a Matías susurrar.

Me molestaba que lo llamara asi pero al final de cuentas durante 3 años lo fue. Alaric lo amo como si fuera su hijo y debo agradecer por eso.

–Mamita, te quiero mucho. Con todo mi corazón. Si despiertas te prometo dejar los videojuegos y no pelear mas con mi papá pero por favor mami despierta– alcance a notar como algunas lágrimas salían de su ojos y se le recargaba en su pecho.

Me quede paralizado cuando vi la mano de debora moverse y tocar el cabello de Matías.

–¿Mami?– volteó a verla y ella abrió sus ojos. Sonrió levemente y con los ojos humedecidos le dio un beso en la frente.

No pude contener las lágrimas de emoción y felicidad.

Mi debby había despertado.

Clandestino t3-t4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora