Narra debora.
Me senté en el sillón de la sala para tratar de tranquilizarme. Me sentía muy mal tanto física como emocionalmente.
–¿Estas bien? ¿Quieres que te lleve al doctor?– entró Anthony y se hincó frente a mi.
–Quiero que te vayas, es lo que quiero.
–Deb...– puso las manos sobre mis piernas y yo cerré los ojos para buscar la poca paciencia que me quedaba.
–Quiero que te vayas. Estoy muy molesta, a punto de explotar y no quiero decirte algo que no sienta o que solo agrave más las cosas entre nosotros.
Asintió y se levantó.
–Si necesitas algo llámame por favor– me dio un beso en la frente y yo asentí.–Y perdóname por todo este circo.– se fue cabizbajo mientras nene lo seguía.
Me fui a mi habitación. Rosalin me llevo medicina y hielo para que me pusiera en el golpe. Me sentía tan débil y cansada que me quede dormida enseguida.
Narra Anthony.
Llegue a mi apartamento, puse música y fui directamente al minibar para buscar un buen trago. Hace mucho tiempo que no sentía este amargue tan intenso en el alma. Me sentía decepcionado, enojado por pendejo, me dejé ver la cara de la manera más estupida.
Verla ahí semidesnuda sin pudor alguno bailándole a otros hombres con esa mirada felina con la que me veía a mi en la intimidad. Duele, duele ver a la mujer que piensas entregarle todo en esa situación y darte cuenta que fuiste uno más.
¿Por que no puede llegar a mi vida una chica normal? Juiciosa, tranquila, sin problemas.
Y por otro lado estaba Debora. Esa loca mujer que vuelve mi vida un infierno pero que al mismo tiempo amo con toda mi alma. Ella es como un maldito Karma. Por más que trato de alejarme, de olvidarla, esta clavada en mi interior como la espada de Excalibur que nadie puede sacar.
Estoy tan furioso con Ania por lo que hizo. No tenía el derecho de tocarle un solo cabello a Deb. Ella solo me abrió los ojos pero claro a quien le va a parecer que lo desenmascaren así.
Lo peor me va a tocar pagar su gracia con el bendito Tesla. Debora lo cuidaba como si fuera su cuarto hijo.
Y ahora las dos están furiosas conmigo cuando la víctima aquí, SOY YO.
Iba por a destapar la segunda botella cuando mi celular timbró. Era de la casa. Seguro es debora para darme un sermón. Que pereza. No le respondí y destape la botella. Otra vez...
Bueno si quiere pelea, vamos a dársela para que se entretenga.
–¿Que pasa?– respondí de mala gana y después recordé que yo mismo le dije que me llamara si pasaba algo.
–Papá?– era Matías llorando.
Lo borracho se me quitó enseguida al escuchar a mi hijo así.
–¿Matty? ¿Que paso? ¿Estas bien?– su madre esta tan loca que quizá ya me lo corrió de la casa.
–Se llevaron a mi mamá– seguí llorando y sorbiendo la nariz.
–¿A donde? ¿Quien se la llevó?– me alarme enseguida recordando lo de Alaric. ¿Ania sería capas de algo así?
–Señor...– rosalin le quitó el teléfono a Matías.
–¿Que está pasando?
–Tuve que pedir una ambulancia y se llevaron a la señora debora. Se sentía muy mal. Tuvo que irse sola por que yo no podía dejar solos a los niños.
–¿A donde la llevaron?– me levante y tome más llaves de mi auto.
–Al hospital de siempre.
–Páseme a mi hijo... Matty mi amor tu mami va a estar bien ok? Ya mismo voy con ella no te angusties. ¿Cualquier cosa llámame ok? Te amo.
¿Que mierda iba a hacer? Tenía una botella de alcohol corriéndome por las venas, no podía conducir así y si llamó a nene va a tardar una hora. No puedo ser un inconsciente y ponerme a manejar así.
Llame a recepción y pedí me consiguieran un taxi, uber lo que fuera. Que me importa si mañana salgo en primera plana "Romeo Santos ebrio tomando un taxi". Lo único que quiero es llegar al hospital y saber cómo está Deb.
Llegue al hospital casi corriendo y con lo primero que me topé fue con David. ¿Este mmg no tiene que hacer? ¿No tiene familia? ¿Oficio?
Trate de ignorarlo y fui a recepción a preguntar por Deb pero no había quien me diera información.
–¿Podemos hablar?– me hablo david y no se por que pero solo quería romperle la cara.
–¿De que? ¿De que quieres hablar? ¿De como te coges a mi mujer?– se rio el cabron.
–Anthony tranquilízate, yo no soy el enemigo– Hijo de puta le voy a partir la cara.–Vamos a fuera– salió primero y yo de idiota lo seguí.
Me crucé de brazos y me le quede viendo para que dijera las pendejadas que tiene por decirme.
–Yo se que estás molesto conmigo y te entiendo pero tú te has empeñado en ver cosas donde no las hay.
–¿Ah no?– le grite.– ¿No tengo derecho a enojarme cuando desde hace meses me estaban viendo la cara de pendejo?
–Ella y yo no tenemos nada.– me reí con amargura por su cinismo.
–Le di una oportunidad y lo primero que hizo fue correr a refugiarse en tus brazos.
–Está enferma Anthony. Eres tan ciego y tan bruto que no te has dado cuenta. Te lo quise explicar y me colgaste el teléfono. Ella no corrió a refugiarse conmigo. Ella llegó de Miami directo a un hospital en NY. Tiene meses enferma y tú no te has dado cuenta.
–Eso no tiene nada que ver con lo que ustedes dos me hicieron.
–¿Que te hicimos? ¿Es pecado hacer dinero? ¿Es pecado mantener a raya a la los oportunistas y vividores del papa y hermano de Debora para que no se metiera con ustedes? contigo específicamente. Además no se si eres despistado o idiota. Si debora te lo dijo en la cara que quería que yo la apoya con la empresa y tú hijo está de testigo, pero se te nubla la mente con los celos. Ella te ama, te adora, se desvive por ti y si te hizo creer todo este tiempo que ella y yo teníamos algo fue por decepción. Decepción de que tú creyeras que ella podía hacerte algo así– ahora el enojado era él.
Me quede callado. Mi mente estaba tratando de procesar todo lo que este tipo me estaba diciendo. No veía fallas en su argumento.
–Ojalá ella no te amará tanto. Ojalá ella me diera la oportunidad de ser parte de su vida por que sabes que? Movería cielo mar y tierra para hacerla feliz, sin estarle buscando defectos, amándola simplemente con todo y sus caos. Y se que va a matarme por estarte diciendo todo esto.
Se dio una vuelta y siguió hablando.
–¿Vas a esperar a que esté en una tumba para darte cuenta de lo que ella es? ¿Para pregonar lo mucho que la amabas? ¿Para arrepentirte? – Se me veían los ojos cristalinos como si estuviera apunto de llorar.
Y parecía niño regañado sin poder articular una sola palabra.
–Mientras tú estabas paseándote y presumiendo a tu nuevo amor... ¿Tienes idea de cuantas veces la he visto llorar por ti? ¿Cuantas veces le has roto el corazón? ¿Cuantas veces la has humillado? No la mereces, sencillamente no mereces el amor que ella siente por ti.
No se si sea el alcohol pero sus palabras tenían bastante peso en mi, sentía el corazón apachurrado con unas inmensas ganas de llorar.
