Más tarde los niños insistieron en los llevará a ver a su papá. Me sentía un poco mejor así que accedí. El más emocionado era Matías, como nos vio juntos a noche mi pobre hijo se esta haciendo películas en su cabeza.
–Dime– me respondió Anthony el teléfono.
–Tus hijos quieren verte. ¿Puedo llevártelos?
–Eh si... estoy en mi departamento.
–Paso rápido con el médico y voy para allá– estupida por que le dije eso.
–¿Al médico? ¿Te sientes mal?– sonó preocupado.
–Solo a recoger un medicamento para... para nada Anthony, que te importa.
–Dime– aveces era bastante autoritario.
–Pastillas anticonceptivas, listo.– Yo ya no podía tener más hijos pero Ant solo lo va a relacionar con sexo.
Más tarde llegue a su departamento junto con mis niños. Ellos realmente adoraban a su papá, más anthonella, si estaba él yo dejaba de existir por completo. Matías después de mucho tiempo lo saludo con amor, como antes. Como cuando tenían una relación bastante estrecha, lo cual tomo por completa sorpresa a Anthony. Y mi pequeño André tenía mamitis desde hace algunas semanas, no se separaba de mi.
–Que sorpresa– puso su mano en mi hombro y me dio un beso en la mejilla.
Va a fingir que anoche no pasó nada. Ok.
–¿Por que me llevaste a casa anoche? No recuerdo nada.
–¿Anoche? Si te lleve cuando amaneció– se la relajo cuando supuso que yo no recordaba nada. Iluso.
–pero... que hacía contigo?– pase a la sala y me senté en el sillón individual.
–Por que no puedes vivir sin mi– sonrió. Punto para él por que tiene la razón.
–Si, que diga...– me reí nerviosa. No tenía que admitírselo en la cara.– Yo estaba con alguien más, como es que termine contigo?
–Por que ese "Alguien mas" no sabe cuidar de ti y te deja beber demasiado.
–Da...– apenas iba a limpiar el honor de mi amigo pero Anthony me mando callar.
–Ya se con quien estabas. Te encanta echarme en cara lo perfecto que es pero si lo fuera, no estarías llamándome a mi cuando estás ebria. No me llamarías a mi para decirme lo mucho que me extrañas– bajo la voz y se acercó – y lo "rico" que te hacía el amor.
No pude evitar ponerme roja como un tomate. Me tape la cara de la vergüenza y lo peor era que se lo había dicho estando en sobriedad.
Se sentó en el sillón de enfrente con su hija en las piernas.– Después de todas las guarradas que me dijiste me pediste que fuera por ti. Eso hice y te lleve a casa. Fue todo.
–¿Y por que no traía pantys?– le pregunte en voz baja para que su loca hija que parecía cirquera no me escuchara.
Anthonella estaba molestando a su papá, poniéndosele de cabeza, subiéndole una pierna al hombro, jalandole las orejas, en fin. Esa niña hacía lo que quería con su papá.