LA MUJER DE MI HERMANA

Capítulo 24: Momentos

"Cuando te acaricié me di cuenta que había vivido toda mi vida con las manos vacías."

Alejandro Jodorowsky

Piper va muy pensativa de camino a la casa, conoce muy bien el trayecto, lo que ayuda a que pueda ir perdida en su mente. Son de esos momentos donde olvida por completo a la mujer valiente que es y se convierte en nada más que una jovencita temerosa de la vida, del futuro, de su incierto destino.

Alex por su parte continúa de buen humor conversando con su sobrino que adora tanto. Piper la mira en el espejo retrovisor y suspira de ver la mujer maravillosa que es, lo importante que se está volviendo para su vida.

- Te veo más tarde - la pelinegra la roza levemente mientras su sobrino se detiene a hablar por teléfono. La rubia solo asiente.

Cuando Alex llega a su habitación se encuentra a su esposo sentado en la cama esperando por ella. Lo ignora completamente y su sonrisa que traía se ha borrado de inmediato.

- Vete de mi habitación - expresa cuando siente que Ben se aproxima a ella.

- Mi vida discúlpame tuve un mal día en el trabajo, fui a tomar y...

- Te convertiste en un monstruo, ibas a golpear a una mujer ¿qué te pasa? - grita decepcionada.

- Eso no es una mujer Alex, ¿por qué la defiendes ahora? - Ben insiste en atacar a la rubia.

- Porque ella me defiende a mí y si es una mujer, pero parece que llamarte hombre es demasiado para ti - lo mira con asco y pregunta - ¿con quién me casé? - suspira decepcionada.

- Alex, nos amamos, este lugar es el problema, esta gente tóxica, a ambos nos descontrola deberíamos irnos un tiempo no sé de vacaciones, solo tú y yo - propone el hombre con voz suave.

- Está vez no me van a convencer tus excusas baratas, ni tus regalos, mucho menos tus intentos de manipulación. Estoy harta de ti - se sincera con la valentía que le da saber que ya tiene a alguien más que si la hace sentir amada.

- Pero me necesitas, mi amor - dice burlesco.

- Y tú a mí imbécil, apártate de mí vista sino quieres que empiece a tirarte todo lo que tenga a mi alcance - le advierte la pelinegra harta de sus amenazas.

- Tan propio de una desquiciada estúpida como tú - recrimina furioso también cansado de soportar a su esposa y sus ataques de ira.

Ella no contesta nada simplemente toma el zapato que se estaba quitando y se lo lanza pegándole en el pecho. Él sale de la habitación, ella se tira a la cama a respirar furiosa, cansada de soportar esas crisis matrimoniales que tienen y que se les está haciendo difícil seguir ocultando. Está vez es distinto, ya ha encontrado a alguien a quien amar, ya no se siente sola, tiene unos brazos que la esperan, que la acogen con mucho amor, alguien capaz de darle alegría a su vida de la manera más sutil y hasta tonta. Algo que Ben jamás le ha dado, pero un día, él fue su elección, la vida que decidió llevar.

- Mamá - ella se limpia la cara al ver que Alexander ha entrado a su habitación.

- Mi amor, ¿pasa algo? - pregunta atenta fingiendo que está bien.

- La mamá de Laura Marie - el niño muestra en su celular una videollamada.

Alex suspira y sonríe al ver a su amiga - Miss, apareciste otra vez.

- Los niños y mi princesa me están obligando, estoy muy feliz alejada de todas ustedes y sus malas vibras - señala la recta mujer revirando los ojos.