Capítulo 11: Tengo ganas de ti

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"Se volvió a morder la lengua para que no se le saliera la verdad por las tantas goteras que tenía en el corazón."

Gabriel García Márquez





Donna y Jackie están saliendo de la academia de arte marciales, no han hablado desde que pasó lo de Piper. La pelirroja está bastante apenada y prefiere irse rápido, pero la joven morena camina tras ella queriendo conversar.

— ¿Estás huyendo de mí, Donna? pregunta la joven mientras la otra mujer guarda sus cosas en la guantera de su coche.

— No, Jackie, ¿por qué lo haría? — dice relajada la pelirroja.

— No sé tal vez tu mujer te lo prohíbe — contesta temerosa de lo que vaya a decir Donna.

— Por favor, ¿qué clase de relación sería? — ironiza la pelirroja — una relación que se basa en exigir cosas a la pareja no es sana, créeme que yo no soportaría algo así — aclara Donna — más bien, Jackie quería pedirte una disculpa, por el malentendido con Piper...

— Está bien — la interrumpe Jackie — Donna, no me interesa hablar de Piper, ¿quieres que vayamos de nuevo al cine? — pregunta ilusionada.

— Jackie... lo del otro día en el cine fue... solo... no vuelvas a intentar besarme — aclara con firmeza — yo tengo una relación que respeto y me gustaría que tú también lo hicieras si deseas continuar siendo mi amiga, no se trata de ella, sino de mí y de ti — expresa apenada, sin tener el valor de verla a los ojos. No hay rastros de la mujer valiente que suele ser.

— Oh, está bien — la muchacha traga saliva llena de tristeza, con su corazón destrozado — solo quería que comprendieras que no me gusta tu hijo, ni ninguna otra persona — susurra con sus ojos brillantes confesando sin miedo sus sentimientos — yo soy la que todos los días manda mensajes a tu programa de radio y te dedico una canción, me gustas desde que tengo razón y nunca me ha gustado nadie más que tú.

— Jackie... — exclama nerviosa Donna — que estás diciendo...

— Tú lo sabías, sé que lo sabías — la interrumpe la joven.

— Eres una jovencita preciosísima Jackie, pero yo no puedo corresponderte.

Jackie tiene el rostro bajo y Donna se acerca a tocar su brazo. Le duele verla triste, no sabe que decir se siente muy confundida con esa confesión de la joven. Quiere abrazarla, no quiere que llore, pero al mismo tiempo necesita mantener distancia.

— ¿Jackie? — Donna se voltea y se aparta rápidamente cuando ve a la madre de la muchacha bajarse de su coche — ¿qué le hiciste a mi hija? Por qué está llorando — pregunta la mujer, que en su momento fue la mejor amiga de la pelirroja.

— Nada, mamá, no me hizo nada — dice de inmediato la chica — solo me fue mal en clases y me puse sensible, Donna solo quiso apoyarme — la pelirroja está petrificada sin saber que decir, sobre todo muy confundida.

La mujer analiza a Donna de pies a cabeza. Ella está de brazos cruzados sin decir nada. Jackie sabe como es su madre y la toma del brazo para que se vayan.

— Donna, los años pasan y sigues atrapada en camisas a cuadro y botas, la eterna reina de las leñadoras — se burla la mujer.

— Mamá, no seas grosera — Jackie se sonroja de la vergüenza.

— Cariño, tú no sabes nada, ve a subirte al coche — le dice a su hija acariciándole el rostro, luego dirige su mirada a Donna — por ironías de la vida a mi hija le viene a gustar lo mismo que a ti... Donna ¿es el karma no crees? — le pregunta a la pelirroja.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora