Capítulo 9: Mentimos

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"Existen dos maneras de ser engañados. Una es creer lo que no es verdad, la otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad".

Soren Kierkegaard




POV: Alex Vause

Desde hace muchos años nadie besaba mis labios de la manera tan sublime que lo hace esta maldita mujer. Es como si con sus besos, con su saliva, con su calor se apoderara de mí, como si me recorriera por completo, como si encendiera una llama que era apenas una chispa casi inexistente dentro de mí. Su lengua pide entrada a mi sedienta boca y la recibo, la saboreo, la hago mía en un torbellino de emociones; miedo, deseos de querer todo de ella, encendida por la curiosidad de lo desconocido. Son los besos más suaves que me han dando en mi vida, los labios mas exquisitos que han rozado los míos, pero ella no es mía.

— Apártate de mí, eres la mujer de mi hermana, ella te ama la rechazo con frenetismo y respiro agitada caminando por esa habitación.

— Pero ambas deseamos que esto pase — se vuelva a acercar a mí, me toma de las manos e intenta besarme de nuevo.

— No, yo no te deseo a ti, no me gustas, suéltame.

— Como quieras, si tú dices no, es no — ella se aparta de mi y va a sentarse a la cama pensativa.

Trago saliva angustiada de lo que acabo de hacer, mi hermanita, ella no merece esto. Ya le he fallado demasiado mi familia como para hacerlo una vez más y por una maldita que solo tiene deseos por mí. Odio las contradicciones entre mi corazón y mi mente, lo que acaba de pasar también es lo más real que he vivido hace mucho, sentirme deseada, saber que le gusto a alguien, que me besa enérgicamente, que sus manos tocan mi cuerpo con tanto ímpetu. Me siento en la cama pensativa a una corta distancia de ella y me quedo viendo mis manos.

— ¿Sabes? Para mí también es ofensivo y hasta doloroso que tú y tu marido me llamen macha — comenta ella mirando al vacío — nadie debería juzgar a las personas por su forma de ser, mucho menos sino conoces como se puede sentir los demás. Donna tiene razón, ya basta de las guerras entre mujeres — susurra con voz suave — así que de corazón te pido una disculpa por haberte llamado mal cogida.

Ella eleva su vista y busca la mía queriendo encontrar una respuesta a su disculpa. Yo también me siento muy mal por tantas veces que la he ofendido, nunca me había puesto a pensar en sus sentimientos hasta que punto mis palabras pueden herirla. Odio, odio mucho que tenga razón, antes me molestaba mucho su forma de ser tan prosaica y poco femenina, pero es eso, no la conozco no entiendo sus gustos, porque es así. Tampoco puedo juzgarla por llamarme mal cogida, tal vez después de todo tiene razón y es lo que soy.

— Te estás disculpando conmigo porque quieres que...

— No, no, ya entendí tú no, yo... — ella titubea, parece nerviosa, con miedo de ser sincera conmigo — solo quería besarte de nuevo... — traga saliva y con una voz muy suave me dice — y me siento muy mal por haberte ofendido con mis estúpidas palabras referentes a algo tan delicado.

— Yo te he ofendido peor...

— ¿Qué tan duro te ha golpeado la vida para tener que vivir con ese carácter? — me pregunta mirándome a los ojos, pero continúa hablando — a mí me ha golpeado muy fuerte, mi padre murió cuando tenía 10 años y Katy apenas 3, mamá empezó a enfermarse mucho, simplemente aprendí a crecer sola — ella se muestra pensativa frotando sus manos mientras me cuenta su historia — no tienes idea de las ofensas tan horribles que he soportado en mi vida, entiendo que algunas no importan, pero las que te duelen es porque te recuerdan a algo que realmente te marcó.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora