"Necesito tenerte de pronto cerca, junto a mí, sentir el calor de tu cuerpo a mi lado, el contacto de tu mano."
Ernesto Sábato
Alex está parada sin atreverse a moverse o decirle algo a la rubia, que trata de acomodar sus cosas. Sintió deseos de venir con ella, quiere saber si está bien, si está triste, si ya no está con Donna, si tiene la culpa de esta decisión que ha tomado.
— ¿Por qué te viniste aquí? — pregunta con suavidad.
— Es lo mejor — contesta la rubia mientras camina a otra pequeña habitación dentro del sótano.
Alex la sigue, Piper se sorprende al verla en ese lugar. No está sucio, pero es un cuarto pequeño y con poca iluminación, ni comparado a las habitaciones de arriba.
— No puedes quedarte aquí, ve a una de las habitaciones de invitados — propone Alex. Nota que Piper está un poco seria, apagada más bien.
— He dormido mucho tiempo aquí, conociste mi casa, no me importan los lujos — dice mientras acomoda una escalera en medio de la habitación y se sube en ella — ¿me pasas el bombillo que está en la repisa que tienes al lado?
La pelinegra un poco extrañada se lo pasa, le sorprende la facilidad con la que sube a la escalera. Ella por su parte se aleja hacia la puerta temerosa de un cortocircuito o algo así. Aún le parecen extraños algunos comportamientos de la rubia, pero piensa que eso quizás la hace ser una mujer única.
Piper por su parte mientras pone el bombillo no se deja de preguntar ¿por qué Alex está ahí? Su repentino comportamiento dócil y sobre todo que la esposa perfecta que aparenta ser debería estar durmiendo junto a su esposo.
Con la luz que instaló la rubia, Alex se da cuenta que al parecer frecuencia ese lugar. Tiene varios objetos personales incluida una cama y un ropero igual que en su casa de Madison.
— Así que este es tu lugar — menciona la pelinegra observando el cuarto.
— ¿Qué haces aquí, Alex? — dice tajante la rubia.
Ella baja el rostro apenada por el tono que usa Piper en su pregunta.
— Eh... creo que mejor me voy.
— No, espera — Piper se acerca a tomarla del brazo — no me molesta que estés aquí, es solo que... estoy tan acostumbrada a que me trates mal, que esto... de no escucharte gritar me resulta sorprendente.
— Yo nada más quería saber si lo que está pasando entre ustedes es mi culpa — expresa con la mirada baja.
— No... — la rubia se detiene pensativa — no es por ti — da la vuelta y regresa a continuar arreglando su lugar.
— Pero estás triste y yo me siento fatal, mi hermana... ella es tan buena, me destroza el alma saber que seguramente está llorando allá arriba — se lamenta.
— No, Alex ella está bien — aclara — nosotras no peleamos solo tomamos una decisión como pareja — se encoje de hombros relajada.
— Yo... te noto triste por ella — menciona Alex mientras Piper hace la cama.
Se queda unos segundos sin decir nada hasta que se levanta y la mira a los ojos. Quizás Alex sienta que se expresa mejor de manera escrita, sin embargo, ella es más espontánea.
— Bien, te voy a decir la verdad — suspira Piper — no estoy triste por Donna, estoy triste por mi, por ti, por esto que estamos haciendo, Alex — confiesa con los dientes apretados — no sales de mi mente, a cada minuto siento la maldita incertidumbre de que me vas a despreciar como siempre lo haces — agrega frustrada — de saber que estoy arriesgando tanto, lo mejor que he tenido en mucho tiempo y solo de pensarlo es doloroso — se lamenta.
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LA MUJER DE MI HERMANA
FanfictionAlex es la firme directora de un colegio que aparenta llevar una vida perfecta, Donna un alma libre que vive como si fuese el último día de su vida. Hermanas idénticas que lo único que tienen en común es el físico y enamorarse de la misma mujer.