Capítulo 45: Te he echado de menos

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"Permanezcamos juntos un rato, ya que nos hemos amado tan dolorosamente y tanto nos hemos combatido"

G. K. Chesterton






Diane le pidió a Piper que la acompañe a su oficina, están sentadas una frente a la otra. La rubia no puede evitar sentir mucha vergüenza con toda familia, así que evita ver de frente a la madre de la mujer que ama.

— ¿Por qué te vas ahora que pueden empezar de cero? Alex ha sufrido mucho extrañándote y estoy segura que tú también la quieres contigo — consulta con la misma amabilidad con la que siempre le habla.

— Porque no puede actuar como que nada ha pasado Diane, les hice mucho daño — le recuerda la rubia.

— Piper, nosotras temenos claro porque lo hiciste. Por eso yo misma pagué tu fianza.

— Lo sé y... no lo merecía — recrimina con vergüenza.

— Si lo merecías, Piper ¿que te pasa? Tú no eres así — dice preocupada Diane.

— Hice cosas muy malas...

— Solo quisiste proteger a las personas que quieres — Diane se acerca y sujeta su mano — ¿por qué no me mencionaste?

— ¿Cómo lo iba a hacer? Después de todo lo que has hecho por mi y mi familia — suspira agradecida.

— Siempre me protegiste... hasta con ellos — susurra sorprendida Diane.

— Tú solo eres una madre divina que tiene mucho amor para sus hijas y eso va a seguir así — asegura la rubia de manera emotiva.

— Más bien soy yo la que no tiene como pagarte todo lo que has hecho por nosotras. Por eso... te voy a dar el 50% del dinero, te lo mereces.

La rubia eleva la vista y empieza a negar con rapidez. Diane sonríe sutilmente y le acaricia el hombro.

— Tú lo encontraste.

— Pero es tuyo, de tú familia. Por eso quise decirte donde estaba y que tú dispusieras de él. No me quedé con nada, no lo quiero — expresa con mucha seguridad.

— Sé que es dinero obtenido de mala manera, pero Bob tenía que pagar por alejarme de mi hija y por todas sus aberraciones. Además, solo lo he utilizado para darles dinero a esos imbéciles cuando pedían y para mantener a mi familia ante esta crisis que ellos mismos nos generaron — comenta con franqueza — todavía hay mucho, tómalo, vete de aquí con Alex y Alexander. Ya nos deshicimos de todo de Bob, la fábrica, esa gente, estamos vendiendo la casa, todos nos iremos de aquí, llévatelos, a ellos y al dinero — trata de animarla Diane.

— No puedo Diane, no los merezco, necesito... aclarar muchas cosas en mi cabeza todavía. Quizás... ellos me alcancen luego — sonríe ilusionada.

— Entiendo todo lo que sientes, pero puedes mejorar con el apoyo de ellos — insiste Diane.

— ¿Por qué nunca se lo dijiste a tus hijas? Que tienes ese dinero ¿por qué nunca las ayudaste cuando estaban desesperadas por pagar sus deudas? — pregunta la rubia extrañada cambiando de tema.

— Simple, quería que ellas misma se deshicieran de todo lo que dejó el maldito que me lamento tanto de haberlo escogido como padre de mis niñas — dice con el rostro fruncido — ahora están mejor, Donna vendió ese bar y ahora será madre, Valerie por fin dejó ir esa fábrica y está felizmente casada, solo me falta Alex, su felicidad.

La rubia se ríe del ingenio de Diane, nunca ninguna de sus hijas se preguntó o sospechó de su tranquilidad en los momentos de crisis, ninguna se cuestionó o investigó a profundidad quien mató a su padre. La madre es muy lista, se alió con el jefe de la policía y apoyó a la institución y otros proyectos sociales a cambio de protección a su familia y a ella misma. Piper siempre fue su aliada también, su mano derecha, la persona en la que más confía y su voto de confianza creció ahora, quizás no fue fiel a la policía y a la organización en la que estaba, pero a ella si lo sigue siendo.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora