LA MUJER DE MI HERMANA

Capítulo 31: No hacemos nada

"No puede existir felicidad, serenidad, esperanza, orgullo, y disfrute del momento presente sin la facultad de olvidar"

Friedrich Nietzsche

POV: Alex Vause

Suspiro enamorada al ver a la mujer que amo desnudarse frente a mi pidiéndome que le haga el amor. La miro mientras me lamo los labios y la llamo con mi dedo índice, la quiero ahora mismo en la cama. Ella camina muy sensual hacia mí, me besa con suavidad, con sus manos me despoja lentamente de la lencería que me he puesto para ella y besa mis hombros que va desnudando con esmero.

Cierro los ojos con cada beso mojado que va dejando en mi piel. Sigue besándome lentamente y ahora masajea mis senos, lo hace con mucha suavidad. Sus labios en mi cuello, el cálido calor de su respiración absorbiendo mi olor es enloquecedor.

— Tu olor me hace delirar, mi amor — me susurra en la oreja y la lame con erotismo.

— Yo deliro con solo verte, Pipes — ella me termina de desnudar y se muerde los labios viéndome.

Piper se arrodilla frente a mi, toma uno de mis pies, empieza a rozar sus labios y su lengua mientras va subiendo lentamente en mi cuerpo. Aprieto las manos en las sábanas disfrutando de sus apasionadas caricias. Al llegar a mi entrepierna mi mujer pasa su lengua por todo mi pubis haciendo torcer mi espalda. Sigue su camino y sube a besar mi abdomen, respira sobre él provocando que mi piel se erice.

— Mi parte favorita de tu cuerpo — exclama y seguido mete uno de mis pezones en su boca chupándolo entre suspiros.

— ¡Oh, Pipes me encantas! — susurro observando como hace suyos mis pechos.

Los deja y ahora busca mi boca, su lengua erguida roza mis labios y trato de atraparla. Ella se ríe de mi intento, pone sus dos manos en mi cuello sosteniéndome con fuerza me besa, me besa con tanta pasión, sus labios son como un veneno exquisito para mí, su lengua deliciosa me provoca un fuego sublime que me hace amarla y desearla tanto. Quiero esa lengua en cada parte de mi ser, quiero que me ame tanto con su boca divina. Yo aprieto su cabello con mis dos manos para que no suelte mis labios.

Mi rubia no es de quedarse quieta mientras la tengo prisionera de mis besos lleva una de sus manos a mi sexo y empieza pasar uno de sus dedos en mi clítoris. Lo hace tan delicioso que me hace exclamar un sediento gemido. Ella aprovecha y suelta mis labios, baja a morder mi cuello, hace un camino de besos en busca de mi pelvis. Mi cuerpo tiembla por ella, su mirada me enciende demasiado, sus besos, su aliento, sus labios me llevan al paraíso. Se hunde entre mis piernas y lo único que puedo ver es su desordenada cabellera que aprieto de inmediato. Jadeo para mi mujer, jadeo por su lengua caliente rodeando mi clítoris con arrebato una y otra vez. Pierdo la noción del tiempo mientras mi Pipes me llena en cuerpo y alma con su amor, en este momento solo somos ella y yo, yo amando la forma en que hace lame mi sexo y ella amando escucharme gozar.

Mis piernas tiemblan, entonces las flexiono de manera que quedan cruzadas en su espalda y la aprisiono contra mí, amo sentirla mía. El calor desesperado de su boca, sus labios llenándose de mi con deseos, esa mirada oscurecida deseosa con la que ve, me hace gritar para ella, querer arañarla, gritarle que la amo, querer correrme intensamente en su cara.

— Ni pienses que te vas a correr tan rápido, mi amor — exclama mi rubia subiendo en mi cuerpo. Roza mi sexo con el suyo y me vuelve a besar.

— Córrete conmigo entonces, quiero sentirte, Pipes — pido con desespero.

— Haz que me corra entonces, mi directora hermosa — me desafía.

Me abalanzo sobre ella, encajo mi sexo en el suyo. Mi rubia jadea y aprieta mis nalgas. Yo empiezo mi vaivén lentamente, deslizándome en nuestras lubricadas entrepiernas. Cierro los ojos y arqueo mi cuello, cuando los abro de nuevo miro a Piper deseosa, eso me enciende mucho, entonces me inclino un poco hacia su rostro y acelero mis movimientos.