Capítulo: 4 Ni tú ni nadie

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"Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo"

Charles Baudelaire




POV: Piper Chapman

Nunca he sido una mujer privilegiada, nunca he tenido abundancias, ni excesos, hablo de lo material, porque soy rica en el amor. Tener el amor y la pasión de la persona que amas todos los días no es una suerte que tiene cualquiera. Mi punto no es presumirlo, sino que aún resuenan en mi mente las palabras del glaciar ácido que tengo de cuñada y sus intentos de menospreciarme. Es cierto que el sexo no es felicidad absoluta, pero tiene complementos necesarios que si te la dan, afortunados, millonarios, los que tenemos amor y atención en todo el sentido de la palabra. Sí, soy de las que piensan que la falta de deleite sexual provoca ciertos comportamientos asociados a la ira.

Dejo a mi mujer reposando en la cama aún débil del placer matutino que le he dado, voy a la cocina por una taza de café, veo que el sol entra de manera mágica por las ventanas y me atrae como un imán. Voy caminando lentamente hasta que mi vista se detiene hacia una de las ventanas del patio de los Pinciotti, o más bien mi visión es atraída por el magnético trasero de la Condesa Sangrienta, porque la obstinada de mierda de mi cuñada tiene todas las característica de esa mujer; es pálida, perversamente bella, tiene ataques de rabia sin sentido, también tortura a la gente con ese carácter tan detestable, quizás no es una asesina en serie y no se bañe de sangre, pero tiene muchas similitudes con esa condesa despiadada, solo que aún no me aseguro que esa pelinegra maldita sea una sádica sexual, honestamente tengo mucha curiosidad con ese carácter se puede esperar todo.

No puedo evitar analizar como respira y exhala de manera tan sexy mientras flexiona sus largas piernas con las manos en la parte de atrás de su cabeza, ¡uff! Las sentadillas le quedan muy bien, ¡oh, que bueno que se dio la vuelta! Me encanta el ángulo que me está dando. Tomo un sorbo de café para disfrutar más el momento, me muerdo el labio inferior mientras me pregunto ¿por qué tiene que ser tan jodidamente exquisita y a la vez tan hija de lucifer? Lo mejor empieza cuando se sostiene de la mesa que está en el patio y hace flexiones una y otra vez dejándome una maravillosa visión de sus bien trabajados glúteos, mi cabeza se mueve a su ritmo, ¡Dios, que mujer!

- Te voy a matar maldita rubia descarada, ¿qué le ves a mi hermana? - dejo caer la taza de café brincando del susto, siento que mi alma salió de mi cuerpo al sentir tremendo empujón de Donna.

- Donna, mi amor, me asustaste, eh... no es lo que crees - titubeo nerviosa.

- ¿No es lo que creo? ¡Mis ovarios, Chapman! ¿Crees que no conozco... tu cara de morbo? ¿Por qué... le haces eso? - pregunta mi novia con la voz entrecortada de tanta rabia - ¿No que la odias? ¿Por qué la ves así? ¿Qué te pasa? Luego te molestas cuando te trata mal ¿necesitas correrte dos veces más? ¿Es eso? ¡Oh, no me digas! ¿Te volviste a equivocar de hermana? - soy la mujer más idiota de la tierra. Mi pelirroja tiene su rostro casi del mismo tono de su cabello. ¡Odio herir los sentimientos de la mujer que amo!

- Mi amor, no, no, déjame explicarte las cosas, no te enojes, solo estaba analizando lo diferentes que son - me justifico temerosa sin saber que decir.

- Si quieres nos desnudamos para ti y los compruebas mejor, ¿qué te parece? - continúa gritándome. Creo que la bruja que tiene de gemela se apoderó de su cuerpo, mi dulce Donna no es así.

- ¡Chicas, suficiente! Discutan su vida sexual luego, los niños ya están bajando a desayunar - aparece el ángel de la misericordia que tengo de suegra salvándome de la furia de su hija. Donna me mira decepcionada y se va tras su madre.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora