Capítulo 29: Cálido y frío

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"Claro que yo quería que me quisieran. Toda la vida me la he pasado queriendo que me quieran."

Ángeles Mastretta




POV: Valerie Pinciotti

Yo, la sensual rubia de la familia solo soy actriz secundaria en las dramáticas novelas que son las vidas de mis pequeñas hermanas. Alex pensando toda la vida que Donna es la favorita porque es la menor, porque es más sociable, porque es la más desinhibida, aparte su maldito ego que es más grande que ella la hace creer que es la dueña del universo. Donna, bueno el problema de Donna es que nada le importa, todo le da igual, a todo dice "está bien".

Siempre las he dejado ser libres, aunque sin que lo sepan las cuido y deseo que estén bien. El punto de todo esto es que los errores o decisiones de mis hermanas son la razón por la que ahora estoy comiendo golosinas y comida chatarra en un centro comercial con sus hijos y mi hija. Me duele ver a mis sobrinos tristes por algunas actitudes de sus madres; Eric quisiera una madre más madura, menos sobreprotectora, Alexander, solo es un niño necesita amor y que le aclaren muchas cosas.

No soy la madre perfecta está claro, pero afortunadamente mi hija es mi amiga le he confiado mis principales miedo y errores. La sinceridad y confianza, creo que ahí está el éxito, pero mis chicos guapos no tienen eso de sus estúpidas madres.

— ¿Oye tonto, entonces te irás con tu padre? — pregunta mi hija a Eric.

— Creo que sí, lo hablé con mamá y dijo que conversaría del tema con mi padre, es raro que ahora estén hablando — mi sobrino tiene razón, la estúpida Donna hizo drama casi 18 años por el otro estúpido y ahora le habla como si nada hubiese pasado. Ya sabemos quién es la víctima de ese desorden de emociones, mi pobre y flacucho sobrino.

— Cariño, tú en unos meses serás mayor de edad, eres inteligente, listo, toma tus propias decisiones. Está claro que a tus padres tanta hierba les tiene el cerebro dañado — le aconsejo a Eric.

— ¿Sabes? Tienes razón tía Valerie — sonríe Eric — me gustaría irme a New York como la tía Alex.

Oh, mierda, la misma estúpida, pero con una cabellera negra falsa. Si Eric supiera porque se largó su tía cuestionaría su admiración hacia ella.

— ¿Por qué siempre quieres ser como mi mamá? Ella en New York no era tan agradable solo se la pasaba trabajando y de malhumor — reclama mi pequeño Alexander a Eric.

Eric al menos está más grande y comprende que a veces los padres no son lo que deseamos, pero cuando tienes 10 años o menos, todavía te imaginas que puedes tener una familia quizás no perfecta, al menos amorosa. Hace menos de un año en una conversión de abogados me acosté con un amigo de Ben de New York, no lo sabía, fue hasta que le dije de dónde era que me habló de él y sin decirle que era mi cuñado, me dijo muchas cosas del enano cara de piedra, que terminaron de completar mi rompe cabezas.

Todas creen que me cogí a la loca amiga de mis hermanas en navidad, sin embargo, pasamos toda la noche hablando, me contó de su sufrimiento por ser una versión "rara" de Alex y bueno de ahí vino el tema de contarme todo de mi hermana en New York. Más bien me dijo de manera detallada lo que yo ya sabía muy bien. Lo que me intriga en todo esto es ¿Por qué? Mi pequeña hermanita tiene tanta felicidad a su alcance, tanto amor por dar y recibir, pero insiste en aferrarse a una mierda insana que la destruye a ella y a mi pobre sobrino.

— Mi amor — tomo la mano de Alexander — debes hablar con tu mamá, debes decirle todo lo que tienes guardado en tu corazón, que trabaja demasiado, que es muy perra. Deja que ella también te explique lo que siente, no te amargues por cosas de las que tú eres nada más la víctima — le digo con suavidad.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora