Capítulo 43: Vuelve

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"Uno no entiende a los demás hasta que no considera las cosas desde su punto de vista; hasta que no se mete bajo su piel y camina con ella por la vida"

Harper Lee




- Otra vez no quiso comer, mamá - comenta Valerie sentándose a la mesa. Alexander baja la mirada y Diane ni sabe que decir.

- Ya le llevaré algo - responde la madre.

- Piper no va a regresar ¿verdad? - pregunta Alexander.

- Cariño...

- No me gusta que me digan mentiras, tía Valerie - el niño muestra que tiene el carácter de su madre y exige saber qué pasa.

- No lo sabemos... responde Diane con sinceridad.

Él se levanta de la mesa sin decir una sola palabra y sube a buscar a su mamá, han pasado varias semanas desde que la rubia se fue. Luego de leer la carta todo cambio para Alex, se sumergió en una depresión que no le permite encontrarle luz a ningún día, todo es gris, sombrío y absurdo para ella. Ya se sabe de memoria la carta de la rubia, a diario se pregunta ¿dónde está? ¿Qué está haciendo? No la odia, no puede hacerlo, solo necesita verla, saber que está bien.

- Mamá... - susurra el niño en la oscuridad de la habitación de su madre. No obtiene respuesta, entonces vuelve a hablar - ¡mamá...! Por favor, te necesito - exclama con tristeza.

- Ven, acuéstate conmigo - responde por fin en un hilo de voz.

- No, quiero que te levantes de ahí - exige Alexander - he ido con tía Valerie y su novio a la playa, he comido muchas porquerías con Nicky y Lorna, me he dormido muy tarde, extraño que me cuides, que me regañes.

- No quiero regañarte, no lo mereces, no mereces nada de lo que te ha tocado vivir - exclama desde la oscuridad donde está.

Alexander enciende la luz y le quita las sábanas. Ella frunce el ceño al ver la luz, él se sienta a su lado y toma su mano.

- ¿Le hiciste algo a Piper? ¿Por eso ya no vendrá? ¿Qué pasó? - ella aparta la mirada con tristeza - mamá, háblame - suplica el niño.

- No lo sé hijo, no lo sé... yo no le hice nada - contesta con la voz rota - yo me estoy muriendo por verla de nuevo, porque regrese para irnos de vacaciones, la amo, la extraño... - su hijo se acuesta a su lado y la abraza. Nunca pensó que lloraría por amor abrazada a su pequeño. Él no dice nada, quisiera comprender mejor las cosas y consolarla, pero no puede.

- No puedes quedarte aquí, mamá, no entiendo muchas cosas, pero no es justo que estés así - pide con mucho cariño - quiero a mi madre, llevas específicamente 4 semanas y 5 días que sales a tomar el sol muy temprano, comes una manzana o tomas jugo de naranja, regresas a tu cuarto y no vuelves a salir. ¿Estás son las vacaciones de verano que me prometiste? - reclama dolido.

Ella se queda viéndolo con mucha tristeza, sabe que su hijo no tiene culpa de nada, no merece que no le preste atención. Muchas veces estando muy destruida pudo estar para él, cree que esta vez también puede hacerlo, aunque todo, todo le recuerda a Piper, que se ha ido.

- ¿Quieres que miremos una película? - le pregunta a su hijo apartándole el cabello del rostro.

- ¿Qué te parece si mejor vamos a cenar? - propone el niño - preparemos sándwiches juntos.

- Está bien - expresa ella con una leve sonrisa. Se levanta lentamente de la cama y se queda pensativa.

Alexander toma su mano y la saca de la habitación. Ella traga saliva para no llorar conmovida por lo que está haciendo su hijo, está cansada de causarle sufrimiento.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora