Capítulo 5: Desafío

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"A veces nos arden terriblemente los labios y los ojos y nuestras narices se hinchan y somos horribles y lloramos y queremos extinguirnos... Así es la vida, un constante querer apagarse y encenderse."

Julio Cortázar





Alex corrió tras de Piper sabía que iría a la habitación de su hermana, necesita saber que habló esa rubia con su hijo. A como lo pensó, Donna y su novia discuten, se queda escuchando la conversación desde su baño. Suspira irritada al enterarse que al parecer su cuñada le estaba viendo las nalgas, se ríe con tristeza cuando la escucha decir que no es su tipo. Se mira al espejo y se pregunta ¿por qué no es su tipo? ¿Qué tiene su hermana que no tenga ella?

El remordimiento y un dolor profundo en el corazón se apodera de la pelinegra al escuchar a su hermana llorando porque su novia piensa que su relación ha cambiado desde que ella regresó a la ciudad. No conoce a Piper, no tenía idea que ayuda a una hermana a sostener los gastos de la universidad con su salario. Pero sin duda lo que la rompe por completo hasta hacerla dejarse caer en la fría pared de baño llorando amargamente, es que la haya llamado "mal cogida de mierda". Mientras sufre en silencio piensa que es la peor ofensa que ha recibido su vida. Se siente mal por su hijo, por su hermana, por su vida.

Se da un baño y con los ojos inflamados de llorar va a la cama, su esposo no ha regresado, tampoco le importa, en este momento prefiere estar sola. Entonces sin importarle la hora que es toma su celular y hace una llamada.

— Tan propio de ti no contestar el teléfono por orgullo. Solo quería decirte que... una mujer me besó, antes que pienses cosas que no son, no nos besamos ella me beso, yo no correspondí, la mordí — sonríe con tristeza — desde que eso pasó... me siento muy extraña, tengo como una guerra absurda entre mi corazón y mi cerebro. Eso que pasó me ha sacado de quicios con mi familia, con mi hijo, con esa mujer que me odia y la odio... creo. Lo peor de todo, es la mujer de mi hermana. En fin, en pocos días aquí oficialmente mi vida es un caos, te extraño muchísimo, solo quería hablar contigo, ojalá estuvieras aquí — deja su celular a un lado y trata de dormir.

Al día siguiente se levanta muy temprano, ayuda a su hijo a arreglarse para ir al colegio, incluso cuando el niño baja ya le tiene listo su desayuno. Luego se sienta junto a él en el patio de la casa a compartir la primera comida del día.

— ¿Y cómo te sientes el colegio? ¿Es mejor aquí? — pregunta Alex con interés.

— Bien, al menos aquí no se burlan de mi — responde desanimado.

— Mi amor, puedes decirme lo que sea que te pase, no quiero que nadie te moleste aquí también — explica la madre componiéndole el cabello.

— Extraño a mis amigos, Atenea está muy triste, ayer me llamó para decirme que quería que le diera un abrazo — comenta jugando con su comida.

— ¿Qué te parece si hablo con las mamás de tus amigos y hacen una video llamada grupal? — el niño la ve escéptico, es raro que esté tan atenta — ¡oh! ¿Adivina qué? Te pedí la trilogía de libros que querías — confiesa emocionada.

— Te conozco mamá — suspira cansado — me ayudarás a que hable con los chicos, me darás los libros y luego estarás ausente de nuevo igual que papá — dice decepcionado — hasta que recuerdes de nuevo que yo existo — reclama el niño jugando con su comida.

La pelinegra traga saliva afectada por lo que dice su hijo, toma su rostro con mucha dulzura y lo mira a los ojos — cariño, no pienses eso de mí, yo te amo, tú eres lo mejor de mi vida — le dice con mucho amor — discúlpame por no estar contigo tanto como quisieras, sé que te prometí que estaría más cerca de ti aquí y lo estaremos, solo déjame que acomode bien mi horario ¿sí? — le promete dándole un dulce beso en la cabeza.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora