Capítulo 39: Alguien

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"No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has roto tú misma, y al hacerlo has destrozado, de paso, el mío. Y la peor parte me toca a mí, porque aún tengo fortaleza."

Emily Brontë



La sensación de estar cayendo lentamente a un pozo profundo, sin poder salvarte a ti misma, queriendo gritar y que alguien escuche tu lamento, pero solo te ve perderte sin hacer nada, llorando por dentro, ahogándote sin poder sacar tu lamento, teniendo la fuerza para poder sostenerte, sin embargo, no puedes porque el momento de tu caída inminente, es ahora. Así de aturdida está la mente y el corazón de Piper sin entender que significó todo lo que vivieron, qué sentido tiene o tuvo someterse a una jaula, ser la prisionera de un amor que le prometió que un día tendrían libertad, pero al parecer, libertad para ella es mirar a través de la jaula donde está acostumbrada a vivir.

— ¿Y cuál es tu manera, Alex? — pregunta la rubia con los ojos bañados de lágrimas mientras aprieta el volante del auto para canalizar todo lo que siente, tantos sentimientos encontrados.

Alex traga saliva y titubeando le dice — bueno... eh... nosotras podemos, eh... como lo hacemos ahora, de manera discreta — Piper solo tiene la mirada baja dejando que sus mejillas se bañen de lágrimas. Cada una de las palabras de la pelinegra lo empeoran más, le duelen más — voy a hablar con Ben para que mantengamos nuestro matrimonio, pero le diré que estoy contigo.

— Claro... a él le va a entusiasmar muchísimo de compartir su mujer conmigo — ironía con tristeza, sigue con la mirada baja, perdida.

— Será un acuerdo, escúchame — trata de tocar el mentón de Piper, pero ella se resiste — muchos famosos lo hacen, solo están casados por relaciones públicas con parejas heterosexuales, pero mantienen una relación real de manera reservada ¿comprendes? — propone Alex poniendo su mano en el brazo de Piper, pero ella se mueve de inmediato para que no insista en tocarla.

— ¡¿Qué mierda estás diciendo, Alex?! — grita furiosa, no puede creer todo lo que tiene en mente la directora — no somos famosas ni nada de esa mierda. Esto no es una de las tontas novelas que lees, ni las estupideces que dicen las revistas — reclama llorando de rabia — son mis malditos sentimientos, ¡me has engañado! Todo este tiempo haciéndome creer que estaríamos juntas... — se lamenta furiosa, pasándose violentamente las manos en el cabello para calmar sus ansias de golpear algo, para descargar la rabia y el dolor que la recorre.

— Piper, cálmate... — ahora es Alex la que habla en tono suave — vamos a seguir a como estamos, estamos bien así, no soy una mujer como tú, lo siento... — le implora queriendo convérsela de que sigan a como están — debes comprenderme, no es lo que quiero para mi vida.

— No eres una mujer como yo... — repite con voz tenue — tienes razón, no lo eres, jamás lo serás... — se lamenta la rubia.

— Piper, no te pongas así, ¿por qué tenemos que exhibirnos? Mi familia ya lo sabe es suficiente, quedémonos y seamos felices — propone Alex.

— Sí, porque es más fácil, sencillo, elegante... exhibirte de manera hipócrita con un homosexual que con una mujer como yo — se detiene a llorar decepcionada y en medio de su llanto le dice — con una lesbiana que no usa vestido, ni es refinada como tú. Solo soy una macha como dice tu marido ¿no?

— No digas estupideces, Piper, las cosas no son así — Alex se muestra más alterada — sabes que te amo, se trata de que busquemos un equilibrio.

— ¡Esto no es un equilibrio! ¡Simplemente me has engañado todo este tiempo! — grita la rubia llorando enfurecida — solo me has usado, yo no estoy dispuesta a seguir siendo tu amante, ya no quiero saber que estás con él, esto me duele — respira agitada tratando de calmarse — dijiste que solo sería un tiempo y ahora dices que no lo harás ¿por qué me engañaste? ¿Por qué no me dijiste esta mierda desde el principio? — exige saber.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora