Capítulo 40: Si Hubieras Querido

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"Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser"

Gabriel García Márquez

— Piper, pero yo te amo y si quiero estar contigo ya te considero a ti a mi hijo mi familia — susurra la directora.

— Ilumíneme, señora directora, ¿en que lugar del universo tienes que esconder a un miembro de tu familia para mantener intacta tu reputación? — pregunta con ironía la rubia.

— Mi amor, es que me has malinterpretando. No quiero esconderte, solo que... no me gusta ser vista, llamar la atención, soy una persona muy privada, es todo — explica Alex.

— No me llames mi amor, que no lo soy — rebate la rubia — y no seas hipócrita, no eres privada si amas alardear de lo feliz que es tu matrimonio, amas hacer esas risas falsas que nadie las cree, dices que tu esposo es perfecto y cariñoso, wow, sí, eres muy privada — señala sarcástica.

— Es un caparazón nada más, para que nadie se meta conmigo — se justifica.

— Bueno, entonces quédate en tu caparazón heterosexual, lo siento por ti, realmente lo siento — dice decepcionada la rubia.

La directora recuesta su cabeza a la pared, no tiene nada que decir, lamenta que no la comprendan una vez más. A Piper le sigue doliendo que a pesar de decir que la ama no hace nada para amarla de verdad. No entiende su forma de amar, no entiende sus ansias insaciables de ser vista como alguien perfecta.

— ¡Oh, Dios mío! Esto si no lo puedo creer — grita carcajeándose la rubia amiga de Alex que ha llegado por ellas al verla de la manera que están.

— ¡Cállate! ¿Por qué te encanta llamar la atención, demonio desgraciada? — gruñe entre dientes la directora.

— Ya, lo siento. Es que me dijiste que les robaron, pero amiga, luces terrible, jamás pensé verte así — Piper se pasa la mano en la boca para burlarse de la pelinegra.

— Bueno ¿me vas a ayudar o no? — dice irritada la directora.

— A lo que quieras querida, pero hablamos después que te bañes — se ríe con sensualidad la amiga de Alex — es broma rubia, es tuya, ya sabes en momentos difíciles es bueno reírse — le dice a Piper, ella solo sonríe levemente por educación.

Se despiden de la funcionaria del departamento de educación que las ayudó y salen del edificio. Siguen a la rubia que parece conocer a todo el mundo, pues saluda a quien se cruce en su camino. Ante eso, Alex se siente muy incómoda por su apariencia nada presentable.

— Oh, olvidé decirte, la Miss pasará por nosotras — explica la profesora de baile. Alex abre los ojos sorprendida y se pasa las manos en el cabello — mi mujer tuvo que usar mi auto para llevar al niño a una de sus terapias, así que le llamé a Miss.

— Maldito demonio, tú no entiendes la palabra discreción ¿verdad? — reclama la directora.

— No seas grosera directora, me preocupé por ustedes y cuando estoy nerviosa pierdo mi discreción — se justifica.

De inmediato da la vuelta al ver que han llegado por ellas. La Miss baja el vidrio del auto y empieza a reírse escandalosamente, algo poco común en ella. Alex se masajea el cabello apenada, Piper le abre la puerta del auto y sube junto a ella.

— Siento mucho que les hayan robado chicas, pero ¿dónde diablos se revolcaron? — expresa la Miss pasándose la mano en la nariz — oh, tendré que enviar a lavar mi auto — expresa bajando todas las ventanas.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora