Capítulo 38: Sueños lastimados

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"Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad".

Julio Cortázar



Este día las hermanas Pinciotti se despertaron iluminadas por una llama de pasión que no esperaban. Donna aún estaba dormida cuando fue sorprendida por su ahora novia sentada en sus piernas, tomó su rostro con posesividad y le dio un lánguido beso.

- Jackie, amor ¿no vas a ir a trabajar? - consulta nerviosa, media dormida.

- Que importa, tu hermana está aquí - Donna traga saliva al verle esa mirada tan oscura y sensual que nunca le había visto - no me mires así, ¿qué esperamos, Donna? Te amo y quiero ser tuya de verdad, lo deseo más que a nada en este mundo - comenta la joven que ha iniciado a masajear los senos de Donna en busca de provocarla, pero no sabe qué, bastó con su mirada, ya ha provocado la pasión de la pelirroja.

- Solo, quería que fuera especial, que estuvieras lista, eres para mí una reina, pero a las reinas hay que darles lo que pidan - responde la pelirroja ansiosa.

La besa con arrebato y la vez lleva sus manos a la cintura de la muchacha, la frota con fuerza, queriendo apretarla, rasguñarla, morderla, hacerla gritar de placer. Se detiene un poco recordando que es su primera vez y prefiere despojarla de su sensual vestido de dormir. Suspira de felicidad al ver que no lleva nada bajo el. Posa sus manos en las nalgas de su novia, suelta sus labios, le empieza a dar besos suaves en su cuello. Sin embargo, cuando ve sus senos desnudos pierde el control y deja su cautela para ir a ellos a rodearlos con su intrépida lengua, con sus dientes afilados que buscan devorarla sin freno. Jackie al sentirla entierra sus uñas en la espalda de la pelirroja. Donna no puede quedarse con eso, recorre sus piernas con sus dos manos, llega a su entrepierna y provoca un gemido gutural de la joven y sonríe llena de emoción.

- Había deseado tanto escucharte gemir para mí, Jackie. Quiero hacerte tantas cosas - jadea mientras frota el clítoris de la muchacha y va dejando besos y mordidas en sus pechos.

La joven tiene los ojos cerrados y su respiración es errática. Solo puede gemir, también había deseado demasiado a Donna, no entendía porque ella quería esperar tanto, especial considera todo si es con su pelirroja.

- También te deseé mucho, Donna, creí que no lo querías, que no te gustaba lo suficiente - susurra insegura.

- Por favor, Jackie, si te amo...

La joven se anima y le quito la camisa a Donna, le gusta lo que ve, los ojos le brillan. La pelirroja le toma las manos y las pone en sus senos. Jackie la besa mientras puede tocar sus senos, su piel suave por primera vez. Su novia la levanta de los glúteos y se inclina sobre ella, la deja caer en la cama y recorre su cuerpo a besos hasta llegar a su centro. Jackie no puedo definir el sentimiento, la sensación que le provoca lo que hace la turgente lengua de Donna en su sexo, solo puede gritar, retorcerse de placer.


Y esos primeros minutos de placer de la joven son los que Alex y Piper escuchan del otro lado. La rubia le ha asegurado a su mujer que ella también puede darle mucho placer y ahora, bajo el agua caliente que baña sus ya acalorados cuerpos la embiste con fuerza, jadean boca contra boca, en un enloquecedor juego de lenguas, batallando por entrar en la boca de la otra.

Piper la pega contra la pared. Le da el beso que desea fundiéndole la boca con la lengua, sosteniendo firme su cabeza apretando su cabello con una mano, mientras que con la otra apoyada por el agua sus dedos se deslizan y entran duro, muy duro en ella.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora