Capítulo 35: Darte mi vida

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"Las mejores personas poseen sensibilidad para la belleza, valor para enfrentar riesgos, disciplina para decir la verdad, capacidad para sacrificarse. Irónicamente, estas virtudes los hacen vulnerables; frecuentemente se les lastima, a veces se les destruye."

Ernest Hemingway



— No hagas una tontería por favor, si te pasa algo me muero, solo conduce y cierra la boca por una vez en tu vida — exclama la directora temblando de miedo.

La rubia no contesta nada solo conduce resoplando frustrada, siente que le falta la respiración, mira a Alex temblando de miedo y siente que le están arrancando el corazón. Jamás había tenido tanto miedo en su vida y esta primera vez  ni siquiera es por ella sino por la pelinegra. Su estado de shock no le permite formular ni una sola palabra, ni un "todo estará bien."

Conduce  por un camino reteniendo las lágrimas, tiene que mantenerse valiente para darle fortaleza a su amada. Ya han salido de la ciudad, mira por el espejo retrovisor que Alex ha sacado su celular y acelera repentinamente haciendo que se le caiga.

— No llames a nadie — le advierte a la directora.

El vehículo que va adelante se estaciona en medio del camino y los hombres que vienen en la moto se bajan de manera intimidante acercándose al auto de Alex.

— Bájense — les piden con prepotencia los hombres encapuchados.

La rubia traga saliva y sale del auto, quiere intentar hablar con ellos.

— Escuchen...

— Cállate — le dicen de inmediato y la pegan contra el auto para requisarla, le quitan su arma y su celular — llévatela — ordena al otro hombre.

— No, no, no la voy a dejar a ella, se van a meter en problemas por lo que están haciendo — exclama la rubia, pero el otro hombre la toma con fuerza para amarrarle las manos — por favor déjenla ir, yo responderé por ella.

— Si te resistes la matamos para que te calles — le advierte uno de los hombres y ella no tiene más opción que callarse.

Mientras tanto Alex está dentro del auto doblada llorando, temblando de miedo, no quiere ver lo que está pasando. El hombre abre la puerta del auto y la toma de la mano para que salga. Ella no tiene más opción que hacerlo, su rostro está bañado de lágrimas, mira que llevan adelante a la mujer que ama y llora más preocupada. Hacen el mismo procedimiento que con Piper y la revisan, a ella también le amarran las manos y la obligan a caminar como por 10 minutos hasta que llegan a una casa cerca de un lago.

La rubia se voltea para ver como está Alex, pero la toman por la fuerza para llevarla a la casa. A la directora la meten en un camión que está aparcado.

— ¡No! Suéltenla hijos de puta, ¿adonde la llevan? — grita la rubia resistiéndose — Alex, Alex, déjala, maldito hijo de puta...

Lo último que miró Alex antes de subir al camión, fue que el hombre le golpeó la cabeza a la rubia. Ella no hace más que llorar de miedo, de dolor por lo que le hicieron a su rubia, sin embargo, el temor no le permite decir una palabra. La llevan en la parte trasera del vehículo, está todo oscuro y llora muchísimo pensando que es él ultimo día de su vida y no pudo despedirse de las personas que ama. El camión se para, le ponen una venda en los ojos mientras la llevan a la fuerza.

La obligan a sentarse en una silla, toma cada una de sus piernas que no dejan de temblar y las atan en la silla para neutralizarla. Hasta ese momento le quitan la venda. Mira hacia todos lados, está en un cuarto vacío, escucha unos tacones, pero no es capaz de voltear a ver a ningún lado.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora