Capítulo 6: Y, ¿Si Fueras Ella?

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"Me refiero a una sombra,
A ese trozo de ser que tú arrastras
Como a una bestia a quien hay que dar de comer y de beber."

Nicanor Parra




Por ironías de la vida, a la persona que más ha denigrado Alex y de la peor manera las últimas semanas,  es la que ahora mismo la sostiene en sus brazos. Le da seguridad en un caluroso y sincero abrazo. Con sus manos suaves está logrando que pueda mantener la cordura para pensar en su hijo, en que todo está bien con él.

Alex mueve un poco la cabeza y sus labios están a unos pocos centímetros de los de su cuñada, puede recordar ese aliento. Ese ímpetu con el que respira tan cerca de ella, la locura a la que la hizo viajar en tan solo unos segundos que duró aquel efímero beso, que hasta el día de hoy no le da tranquilidad.

— ¿Te sientes mejor? — la saca de sus pensamientos esa suave pregunta de la rubia. Alex solo asiente y traga saliva sintiéndose idiota por pensar esas tonterías y no la situación de su hijo — bien, vamos — expresa Piper tragando saliva también por la cercanía en la que están sus rostros — que quede claro que yo voy a protegerte a ti y a tu hijo en todo momento, solo es un mal entendido, ya verás — le sonríe la rubia y sale.

Alex simplemente camina tras de ella nerviosa. Le avisa a Jackie lo que está pasando para que le comunique cualquier información. Camina junto a otro de sus escoltas, la rubia al parecer ha ido a cambiarse ropa. Cuando la directora está llegando al auto se sorprende al ver que Piper viene corriendo tras de ella.

— Tengo una idea de donde puede estar — comenta Piper abordando rápidamente el auto.

— Debemos ir a la fábrica, no sé nada de mi esposo, no me contesta el teléfono, puede estar en peligro también él — contesta la directora en su típico tono frío.

La rubia se voltea a verla decepcionada, hace unos minutos en sus brazos sintió que tocaba a una humana de verdad, pero al parecer solo duró poco tiempo.

— ¿En serio? ¿Tu hijo está desaparecido y tú quieres ir a buscar a tu marido? — pregunta molesta.

— Esto en un asunto familiar, tú solo cumple mis órdenes — le grita.

— ¡Que decepción! — comenta la rubia y emprende el viaje con la respiración agitada de tanta frustración.

Piper se siente impotente escuchando a Alex preguntar en la recepción de la fábrica por su marido, que al parecer salió desde la mañana con uno de los socios y no dijo adónde iba. La rubia está muy pendiente en su celular por si hay alguna noticia y pensando dónde puede estar Alexander.

La pelinegra camina furiosa y con los ojos llenos de lágrimas evitando llorar como quisiera. Le da mucho miedo la idea de no saber donde está su hijo y su marido. A su mente vienen recuerdos de New York, siente que va a enloquecer si no sabe nada de su hijo, que en este momento en todo lo que importa.

Se acerca al auto y empieza a golpearlo furiosa, la rubia la sostiene por detrás para neutralizarla, quiere calmarla de nuevo. Alex lo que hace es romper en un adolorido llanto de impotencia. Quiere sacar lo que lleva dentro, se siente culpable, la peor de las madres, además odia tener que estar pasando por esto sola.

— Por una vez en tu vida, no por mí, por tu hijo, confía en mí. Alex déjame hacerlo, déjame que lo busquemos como yo lo creo conveniente — pide la rubia hablándole al oído mientras la sostiene por detrás para que deje de golpear el auto.

Alex no contesta nada, pero su resistencia disminuye, eso le indica a la rubia que es un sí. Le abre la puerta y sube de prisa. Toda la familia y la policía está buscando al menor de la familia, algunas personas lo han visto, dicen que dijo que iba a la casa de los Pinciotti, al ser un preadolescente nadie lo detuvo. La rubia investigó a las personas que lo vieron y sube intrigada al auto.

LA MUJER DE MI HERMANA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora