「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」

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En el aula de Sebastian Lacroix, Muriel Stacey secaba el sudor en su cuello a causa del ensayo. Él le preguntó si tenía hambre a lo que ella dijo que sí. La mujer sugirió ir al restaurante que los profesores solían frecuentar, pero Sebastian le dijo que no.

–Hay que probar algo distinto.

La comida china podía acabar con todos los males. Por un rato rieron, él le dijo que sabía preparar uno de los platos que a Muriel más le había gustado.

–Te lo prepararé algún día –le dijo.

–Claro, si podemos hacer que nuestros horarios coincidan.

–Yo creo que sí podemos.

Ella sonrió.

Cuando llegó a su casa, ya era un poco tarde. Se disculpó con Peter por la tardanza, entonces se fijó en una chaqueta sobre una silla; se le hacía conocida, pero no recordaba de dónde. Le preguntó por ella y él le dijo que acababa de comprarla.

–Me muero de hambre –le dijo el tipo después de un rato. Muriel le explicó que ya había cenado–. Cocíname algo, quiero probar algo hecho por mi prometida. Sabes que no se freír ni un huevo.

–Es fácil, de hecho –dijo ella–. O sea, hasta un mono puede hacerlo.

–Bueno, para eso tengo mujer, ¿no? Además, ¿para que tendría que aprender a cocinar?

Suspiró pensando «¿De verdad será este el hombre con quien me case?».

–Bien, te prepararé algo.

Luego, mientras terminaba de comer, Peter soltó una frase que retumbaría en la mente de Muriel.

–De ahora en adelante, ésta es la vida que tendremos siempre, ¿No es genial?

Ella intentó cambiar el tema.

–¿Qué hiciste hoy?

–Hice un negocio genial, ganaré mucho dinero, la propuesta es muy buena, pero tu prometido la mejorará con su mente aguda.

–¿Puedes contarme más?

–Será sorpresa –dijo con la boca llena.

Entonces ella giró sus ojos.

Maldición, ¿era es la vida que quería?