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En medio de la lluvia, Gilbert caminó hacía Peter, quién tenía puesto una chaqueta color negro.

–Hola –le dijo el muchacho–, nos conocimos esta mañana.

El hombre lo reparó un segundo, hasta que recordó.

–Ah sí, hola.

–La señorita Stacey me envió –siguió–. Me dijo «Gilbert, mi amigo me esta esperando abajo, dile que ya voy».

–Bien –dijo el hombre–. De acuerdo, gracias.

«Se va a enfermar, hace frío afuera». Pensó Anne, viendo desde la ventana.

Gilbert miró al tipo esperando a que le dijese algo más, pero no lo hizo.

–La profesora Stacey es muy amable. A mí también me dijo que esperara aquí porque me quiere decir algo. Dejó una tarea, puede ser por eso. Ojalá le haya gustado, es algo muy importante para mí.

–¿Qué planea este loco? –dijo Jerry a los chicos. Luego se dio cuenta– Miren a ese imbécil –refiriéndose a Peter–, por lo menos debería darle su chaqueta.

–Como si tu lo harías –replicó Diana.

–¿Qué? –dijo girándose a ella.

–Solo digo que se va a enfermar si le da su chaqueta, ¿se la darías, aunque fueses tu quien se resfríe?

Jerry se señaló a sí mismo.

–En primera, no me enfermo, y en segunda, si viera a un idiota tan poco saludable como Gilbert, le daría mi chaqueta para que no muera –volvió a poner su mirada en Gilbert, Diana medio sonrió sin que la viera.

Stacey aún no se aparecía.

–Debe estar guardando sus cosas –dijo Blythe.

–Seguro –respondió el hombre.

Ahí fue cuando siguió con su plan de mentiras, solo para ver si al menos ese estúpido de Peter tenía algo de amabilidad en el fondo de su corazón.

–La señorita Stacey tiene un lugar especial en mi corazón –dijo–, verá, el año pasado me enfermé gravemente de los pulmones –mentira–, ella siempre me apoyó –el hombre solo asintió–. Tengo el pulmón izquierdo desinflado –otra mentira– ¿puede creerlo?

–Sí, Muriel es muy dulce –fue lo único que dijo.

Cielos, realmente era un idiota.

La señorita Stacey, con su paraguas en mano corrió hacia ellos.

–¿Gilbert?, ¿Qué haces? Debes estar congelándote.

–¡Cielos! Es verdad –dijo Peter, le extendió su chaqueta–. Pobre niño, póntela.

El chico le dijo al hombre que le devolvería su chaqueta después y se fue lanzándole miradas de odio. Ya por la noche, en la casa Blythe, Anne preguntaría que hacía a Peter una mala persona.

–Por decima vez, Anne –dijo Diana–. Le dio la chaqueta cuando Stacey apareció, lo hizo para quedar bien con ella.

–Lo tienen en mal concepto –insistió la pelirroja–, y no entiendo por que hiciste lo que hiciste, Gilbert.

Él se sentó en una mecedora y le dio un largo trago al alcohol en su petaca.

–¿Tienes frío? –le pregunto la chica Barry.

「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora