「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」

40

En clase, Jerry Baynard casi le gritó a una chica para que se moviese de su asiento y así él pudiese hablar tan solo un momento con Anne. Le preguntó si el plan había funcionado, ella asintió, pero advirtió que les dijo tantas mentiras que si los maestros se llegasen a enterar estarían fritos. Jerry le pidió que se tranquilizara, ya que no iban a hacer. También le dijo que Gilbert tenía incapacidad medica de diez días. Anne se preguntó mentalmente si el chico estaría bien.

Del otro lado de la isla, con la luz del sol y el graznar de las gaviotas, el chico Blythe despertaba sintiéndose mucho mejor. Bajó las escaleras con su uniforme puesto, en la sala, vio a su padre tratando de descolgar el cuadro que a Anne tanto le había gustado.

–No te puedes llevar eso –le dijo.

–Gilbert… –dijo el hombre– Estás aquí.

–No te puedes llevar eso –repitió.

–Pero Martha…

–No puedes, papá, este me gusta –suspiró–. Ese cuadro me hace sentir cosas raras, cosas que nunca había sentido.

–De acuerdo –dijo el hombre.

Gilbert salió de la casa. Acarició a su perro un rato antes de subir al barco, ya arriba, se dedicó a apreciar el paisaje con una sonrisa inspiradora. Cuando llegó a la escuela, vio a todos en el patio, sostenían sombrillas rojas, estaban ensayando para algo. Anne también estaba ahí. Se veía feliz, hacía girar su sombrilla y sonreía con el resto de compañeros. Gilbert pensó que se veía hermosa, pero cuando ella notó su presencia, su cara feliz desapareció y corrió hacia él.

–¿Qué estas haciendo aquí? Deberías estar en casa, descansando.

–Quería venir –admitió él, viéndola a los ojos.

–¿Te sientes bien?

–Mejor que bien –sonrió.

–Pero tenías 40º de fiebre ayer.

–Eso es físico, yo me siento muy bien.

–¿Bebiste de nuevo? –preguntó la pelirroja.

–La verdad, ya no lo necesito.

Anne frunció el ceño.

–No lo entiendo.

–Digo, no es necesario. Yo… quiero estudiar, quiero graduarme, ir a la universidad y serle útil a la sociedad. Quiero una vida sencilla y feliz… desde ahora –a Anne se le hacía un poco raro verlo sonreír–. Así es, haces que tu miserable vida valga la pena y disfrutas cada momento de ella. Por primera vez, he hecho planes tontos para mi futuro. ¿Sabes por qué?

Los ojos de Anne se cristalizaron. Ella empezó a negar.

–No sé, la verdad tampoco quiero saber. Te estás burlando de mí y estás a punto de decir algo terrible. Eso es demasiado, definitivamente es demasiado.

Se alejó de él.

La sonrisa de Gilbert desapareció.