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«¡Esto es demasiado!» Gritaba el inspector al señor Phillips del otro lado del teléfono «Nunca había visto algo así en toda mi carrera, ¡esto es una locura! Voy a descalificarlos de esta y futuras competencia de debate ¿comprende señor Phillips?»

–Así es, señor –respondió en voz baja, limpió su rostro con un pañuelo y empuñó las manos con ira.

Mientras tanto, en la sala de detención, Moody Spurgeon, desde dentro daba dos golpes a la puerta.

–¿Por qué tardan tanto? –dijo caminando por todo el espacio– ¿Por qué no nos manda a llamar? De seguro están todos los profesores –agregó antes de notar lo mucho que Jerry Baynard miraba a Diana Barry, la cual estaba sentada en una mesa.

–¿Me estás viendo a mí? –le preguntó ella con tono desafiante.

Jerry parpadeó repetidas veces.

–Claro que no, solo me perdí por un segundo.

–¿Descompusiste el amplificador? –preguntó Moody sin expresión en su rostro.

Jerry asintió.

–¿Ustedes qué hicieron?

–Nada importante –respondió el chico Spurgeon–, lo de siempre –miró a Diana y la señaló–. Habría ganado si tú no hubieras jugado con las luces.

–Como si me importara –dijo ésta en tono relajado, él metió una avellana en  su boca, Diana se fijó en Gilbert Blythe, quien estaba casi en un rincón, acostado sobre varias sillas– ¿Él que hizo?

–Le prendió fuego a las cortinas –respondió Moody.

En la sala de profesores, cuando finalmente casi todos estuvieron dentro, el director Phillips decidió tomar la palabra.

También nos acompaña la representante estudiantil, ¿cómo estás, Anne?

–Muy bien, señor, gracias –respondió sonriente.

Depronto una mujer entró, agitada.

–Lo siento, es que había mucho tráfico.

–Bien, ya que la señorita Stacey está con nosotros, podemos empezar –dijo Phillips–. Que pasen uno por uno.

Diana Barry estuvo ahí en un segundo.

«El espectáculo de luces animó las cosas, nos divertimos mucho».

El hombre le dijo que se fuera.

Luego, cuando se le preguntó a Jerry, por qué se descompuso el amplificador, o más bien, por qué lo rompió en la cabeza de su amigo, su respuesta los dejó un tanto sorprendidos.

«Fue algo arbitrario, señor. Pudo pasarle a cualquiera. Por cierto, ya estaba un poco viejo, se rompió de inmediato, solo para que lo sepan».

Phillips amenazó con romperle la cara. La realidad para Jerry se detuvo, pero supo controlarlo y se marchó antes que pudiese cometer algo de lo que luego se iba a arrepentir.

«Respetables maestros» dijo Moody, arreglando las mangas de su camisa a la hora de entrar «Cuando las cosas salieron mal, yo guardé un poco de los pagos iniciales, si quieren, compro un nuevo amplificador con eso y olvidamos todo esto.»

La maestra Stacey puso dos manos en su rostro con preocupación.

«Me niego a defenderme» dijo Gilbert cuando llegó su turno «porque si lo hago sería admitir mi culpa, en esencia, estaría diciendo: "Puede que lo haya hecho, pero no lo hice"»

–¿De que demonios estás hablando? –preguntó Phillips casi en la cima de la desesperación– ¡Casi quemas la escuela!

«¿Han oído hablar del gato de Schrödinger? Uno no puede "Casi quemar una escuela". Hasta que no se queme está quemada y no quemada al mismo tiempo. Y en este caso, como no se incendió, como aún no ha sido quemada... ¿por qué me tienen aquí como...»

–¡Ya fue suficiente! –exclamó una maestra– Me va a dar un ataque, basta.

Cuando Gilbert Blythe se fue, Phillips abrió la ventana de la sala.

–Santo cielo, odio a estos niños. Cada vez, alguno de ustedes les tiene piedad y no podemos expulsarlos. Por desgracia, la mayoría no basta, necesitamos la unanimidad. Creo que hoy, todos vamos a estar de acuerdo. Somos 12 de 12, eso pienso ¿O me equivoco?

「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora