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Acostado en una camilla, con fiebre alta, en la sala de urgencias más cercana a su casa, Gilbert Blythe dejaba salir unas cuántas lágrimas de sus ojos.

Una enfermera se acercó a él.

–¿Y tus padres, cariño? –preguntó– Necesito que firmen los papeles de consentimiento para la intravenosa que estamos por ponerte.

–Yo los firmo –dijo.

–No puedes –respondió la mujer–, necesitamos su permiso para darte medicamentos. Si están en el estacionamiento, puedo ir a buscarlos.

Él se levantó.

–Bueno, yo… iré a buscarlos –mintió, ella trató de detenerlo, pero se había ido.

En la salida, todo le empezó a dar vueltas y antes que pudiese reaccionar, ya había caído al suelo.

El mundo se puso negro.

「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora