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Si la noche del concierto alguien hubiese entrado a la casa Cuthbert y hubiese visto a los cuatro chicos que en la sala estaban sentados, habría jurado que se trataba nada más y nada menos que de los alumnos modelo del instituto de Avonlea. Gilbert miraba las lujosas decoraciones con algo de repulsión, la verdad era que de los cuatro, él era el único de ellos que no se veía... ¿cómo decirlo? ¿Bien?

–O nos encontramos en el país de las hadas o el que se está mareando aquí soy yo –dijo luego de observar una lámpara de vidrio por varios segundos.

–Yo creo que es el alcohol –respondió Diana, mirando sus uñas.

Moody corrió a sentarse, luego de ver como Marilla Cuthbert, junto a Anne llegaban con bandejas llenas de comida para ellos.

Diana recibió el plato que le ofrecieron.

–Mil perdones, tuve que haber ayudado a preparar todo.

–Para nada –respondió Marilla–. Anne y yo nos encargamos de todo, ¿no?

Ella asintió. La mujer volvió a hablar.

–Casi lo olvido. ¿Que quieren tomar, chicos?

–Chocolate con leche, si no es mucha molestia –respondió Moody.

–Yo no quiero leche con chocolate –soltó Gilbert, con un tono grosero, buscando algo en su chaqueta.

Jerry lo abrazó antes que éste pudiese sacar su habitual botella en la que contenía alcohol, le dio dos palmaditas y habló por él.

–Le gusta la leche sola. Leche sola, sin chocolate para él, si no es mucha molestia.

La mujer se marchó a la cocina de inmediato, Anne tiró una servilleta de tela sobre la mesa del té con algo de ira, todos se giraron a ver al muchacho Blythe, Jerry lo soltó. Un segundo más tarde, cuando Marilla Cuthbert volvió, Diana empezó con su plan.

–Deje que Anne nos acompañe, señorita Cuthbert, solo iremos al cine con nuestros compañeros.

–¿Solo al cine? –preguntó la mayor, luego de ver a Gilbert con algo de desconfianza. Diana asintió– Primero tengo que hablarlo con mi hermano.

–No, señorita Cuthbert –dijo Moody, poniendo el vaso sobre la mesita–. Le aseguro que es un evento muy decente, la entrada no es costosa, si usted quisiera comprar un boleto...

Diana lo interrumpió.

–Entiendo por completo su preocupación, señorita Cuthbert... hemos oído que pasan cosas en esos lugares, cosas que desaprobamos completamente, pero nuestros profesores también van a asistir, además ¿le parece que somos chicos malos?

Ella le echó una mirada a cada uno. La sonrisa de Jerry parecía casi real.

–Oh no, claro que no, pero no puedo tomar la decisión sin mi hermano, así que...

Diana estaba comenzando a aburrirse, pero no lo demostró.

–Verá, yo no puedo ir si Anne no va. Mi mamá la conoce y confía mucho en ella. Por favor, déjenos ir, por favor.

Marilla tomó la mano de Anne.

–Miren muchachos, me agradan, pero háganlo caso a sus profesores.

–Por supuesto, no se preocupe –respondió Diana, acomodando su cabello.

–Por favor, no hagan que me preocupe, Anne lo es todo para nosotros. Ustedes lo deben saber mejor que nadie, los hijos son lo más importante para los padres.

Gilbert estuvo por levantarse, Moody lo tomó del brazo y le dijo que no.

–Voy a tomar aire –le respondió en tono desafiante, entonces salió al balcón.

–Tiene asma –mintió Jerry–, necesita aire fresco, supongo.

Gilbert Blythe escuchaba la conversación mientras le daba sorbos al alcohol de su botella, mas tarde, ya en su casa, contempló el mar desde su terraza justo cuando unas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, entonces se dio la vuelta y se lanzó de espaldas al inmenso mar. Su perro ladró y ladró tratando de encontrar una señal de él, pero el muchacho no aparecía.

Del otro lado del pueblo, mientras Sebastian Lacroix deleitaba una pizza, sintió algo en el bolsillo de su pantalón cuando llegó la hora de pagar. Era un boleto, miró la fecha, le dijo al hombre que se quedara con el cambio y se marchó.

「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora