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「1998」

–Nuestro trabajo terminó –le dijo Jerry.

–No lo digas con tanta seguridad –respondió Diana.

–¿Qué es el amor? –preguntó él– ¿Ya se aman si se acuestan? ¿Eso es todo?

–Una quisiera tocar a la persona que ama –Diana mantenía la cabeza gacha, ambos se miraron a los ojos por un buen rato, entonces el chico soltó la palabra «Acostarse», la cual, hizo enfurecerla–. ¿Podrías no llamarlo así? Ustedes siempre lo ven como un deporte, siempre quieren una puntuación, pero hacer el amor no es eso, sino ver el alma del otro al estar desnudos.

–¿Estás de acuerdo en que no se trata solo de sexo? –preguntó él acercándose cada vez más.

–Así es –respondió.

Ambos se besaron por unos segundos, hasta que Diana mordió el labio del chico con fuerza y se levantó a encender la luz.

–¿Por qué hiciste eso? –preguntó Jerry.

–Vete –le dijo.

–¿Irme?

–Sí, yo les aviso que ocurrió con Stacey y Lacroix.

–¿«nos avisas»?

–Por favor, vete, mis padres llegarán pronto y se harán ideas que no son.

–Claro –respondió él–, más vale que no –y cerró la puerta con ira.

En casa de la señorita Stacey, Sebastian Lacroix se tomaría el trabajo de preparar café para ambos –con un poco de coñac incluído–, con el fin de que pudiesen hablar en paz como dos adultos que saben manejar el tema de estar a solas.

A Varios kilómetros, Moody trataba de persuadir a Anne y Gilbert para ir por sopa de gallina, ella dijo que no debido a la hora y el chico Blythe también se negó puesto que la acompañaría a su casa. Moody Spurgeon sí fue por su sopa de gallina.

En las calles solitarias de la gran Avonlea, camino a su casa, Anne decidió hablarle a Gilbert.

–¿No sería bonito que terminaran juntos? Es decir, la señorita Stacey merece ser muy feliz.

–Sí, así es –respondió él con tono aburrido.

–Quiero preguntarte algo.

–Dime.

–¿No te sientes mal al no vivir con tus padres?

Él la miró un segundo.

–No.

–¿Por qué?

La volvió a mirar.

–Porque no.

–¿Porqué no, qué? Los chicos de nuestra edad quieren vivir con sus padres, por supuesto, es diferente en la universidad y es...

–Yo no. Estoy bien así.

Anne bajó la mirada.

–¿Estás enojado con ellos?

–Uno no debe esperar mucho de los seres humanos –contestó–. Somos criaturas podridas, no es para tanto.

–Creo que te quieres proteger al distanciarte de todos los demás –respondió Anne.

–Y yo creo que tú aceptas todo lo que ocurre.

La pelirroja frunció el ceño.

–Ser una buena persona no me convierte en una tonta, me doy cuenta de que me estás insultando...

–Yo no creo que seas tonta.

–Crees que todos lo son.

–No todos, la mayoría –insistió el chico.

–Pero tú no, ¿verdad? Te crees el único inteligente para descifrar a todos con solo mirarlos...

–Solo soy lo bastante listo como para saber que uno no puede descifrar a las personas con tan solo verlas, quien diga que es bueno juzgando el carácter es un idiota.

Anne se quedó perpleja.

–Sí, Gilbert. Lo entiendo –dijo a la defensiva, caminó unos metros delante de él hasta llegar a la esquina– ¿Vas a caminar a casa?

–Sí, lo haré –respondió en el mismo tono.

Ella sacó algo de su bolso.

–Toma mi bufanda. Hace frío –él la miró a los ojos–. Ay por favor, Gilbert –la chica ayudó a colocarsela–. Nos vemos luego, gracias.

Entonces Anne caminó a casa, Gilbert no le quitó la mirada de encima hasta que ella entró, luego pasó la yema de sus dedos por la tela suave de la bufanda, sonrió de manera discreta y se marchó.

「𝐋 𝐎 𝐕 𝐄, 𝐩𝐭. 𝐈 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora